Nuevo Laredo, Tam.— Con el fin de su primer mandato como presidenta municipal a la vista, la administración de Carmen Lilia Canturosas Villarreal enfrenta un creciente malestar ciudadano debido a la proliferación de obras públicas inconclusas.
La incógnita sobre cuántas de estas obras se auto-heredará la actual alcaldesa es cada vez más relevante mientras los días avanzan hacia el final de su gestión.
En toda la ciudad, es casi imposible recorrer una sola colonia sin encontrarse con obras de drenaje y pavimentación abandonadas o a medias.
La desidia en la ejecución de estos proyectos no solo ha dejado muchas calles en un estado deplorable, sino que también ha generado una ola de frustración entre los residentes, que a menudo se preguntan si alguna vez verán la finalización de estas obras.
El descontento es palpable y las preguntas surgen: ¿Cuántas de estas obras inconclusas quedarán como un legado para el siguiente mandato? ¿Qué estipula la ley respecto a la auto-herencia de proyectos incompletos? ¿Existirá una nueva ronda de pagos a las constructoras que quedaron con trabajos pendientes? Y, más allá de los cuestionamientos técnicos y legales, ¿no resulta embarazoso para la alcaldesa enfrentar una ciudad llena de socavones y afirmar que la rescató del caos?
Mientras tanto, la dirección de Obras Públicas, bajo la responsabilidad de Carlos Germán de Anda, parece estar en un estado de estancamiento que refleja la actitud de la propia alcaldesa.
La falta de acción y transparencia en la gestión de las obras deja mucho que desear y alimenta las dudas sobre el verdadero compromiso de la administración con el bienestar urbano.
La ciudadanía merece respuestas claras y un plan de acción efectivo para cerrar este capítulo de su administración con responsabilidad y eficiencia.
La rendición de cuentas es esencial, no solo para resolver las obras pendientes, sino también para restaurar la confianza en las instituciones municipales.