Nuevo Laredo, Tam.— En una ciudad que presume un presupuesto millonario bajo la gestión de la presidenta municipal Carmen Lilia Canturosas, el departamento de Bomberos de Nuevo Laredo enfrenta una crisis alarmante.
La escasez de uniformes adecuados, la insuficiencia de máquinas apagadoras y ambulancias, y la necesidad de que los propios bomberos paguen las reparaciones de las pocas unidades operativas pintan un panorama de abandono que pone en riesgo tanto a los elementos como a la ciudadanía.
El 22 de agosto de 2024, se donaron tres unidades al departamento: una máquina apagadora y dos ambulancias provenientes de Laredo, Texas.
Sin embargo, desde ese día, estas permanecen en condiciones deplorables.
“Nos entregaron equipo viejo que no sirve. La máquina nunca funciono y una de las ambulancias dejo de funcionar a las pocas semanas”, relata uno de los bomberos, con más de 10 años de servicio.
Actualmente, solo operan dos máquinas apagadoras y dos ambulancias, una de las cuales requiere mantenimiento constante costeado por los propios trabajadores.
Según denuncian los Bomberos, “sacamos de nuestro sueldo para comprar refacciones porque, si no, nos quedamos sin nada”.
Los uniformes no son menos preocupantes. Los trajes nuevos, entregados como parte de las promesas de mejora, son de tan mala calidad que no resisten el calor de un incendio, según los bomberos.
“Nos quemamos con esos trajes. Tenemos que seguir usando los viejos, que ya tienen más de diez años y están desgastados”, denunció otro bombero.
En ciudades similares como Reynosa o Matamoros, los departamentos cuentan con al menos cinco máquinas apagadoras funcionales y uniformes certificados renovados cada cinco años, un estándar que Nuevo Laredo está lejos de alcanzar.
Datos internos revelan que el departamento opera con un presupuesto asignado a la Dirección de Protección Civil y Bomberos, pero la opacidad reina sobre su destino.
Mientras tanto, las condiciones de trabajo son críticas: de las cinco estaciones en la ciudad, solo la Estación Central tiene una máquina operativa, y las ambulancias disponibles apenas cubren el 30% de las emergencias médicas reportadas.
En contraste, una ciudad como Laredo, Texas, con una población comparable, mantiene 10 camiones de bomberos y un fondo anual para mantenimiento que triplica el de Nuevo Laredo.
La pregunta persiste: ¿dónde está el presupuesto millonario que debería garantizar la seguridad de la ciudad?
Sin respuestas claras de la administración de Carmen Lilia Canturosas, los bomberos advierten que el servicio podría colapsar.
“Arriesgamos la vida todos los días, pero sin equipo ni apoyo, pronto no quedará quién apague los incendios”, sentencia.
La ciudadanía, mientras tanto, queda a merced de un departamento olvidado, atrapado entre la indiferencia y la precariedad.
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