CIUDAD DE MÉXICO.-En apenas cuatro segundos y con un nombre tan oscuro como “cráneo roto”, videos virales ilustran desde hace algunos días lo temerarios que pueden llegar a ser los juegos entre adolescentes.
Al mismo tiempo dejan ver los desafíos que padres de familia tienen con hijos pequeños que, al menos en términos tecnológicos, les llevan la delantera.
Aparentemente grabado hace ya varias semanas, en uno de los videos tres chicos se paran frente a la cámara en el pasillo de su colegio. Los tres dan un brinco, pero quien está colocado en medio es derribado por los otros dos al estar en el aire, causando su caída y un peligroso golpe en la cabeza.
La cuenta en Twitter del Colegio Santo Tomás de Aquino, en Venezuela, publicó el martes una serie de mensajes reconociendo que el suceso fue grabado dentro de sus instalaciones, y señalando que tomará medidas correctivas y preventivas con los involucrados.
En otro video subido a la red social TikTok, dos chicas adolescentes hacen lo mismo con su hermano, colocando la etiquetas #siblings (hermanos) y #joke (broma).
El de “cráneo roto” es el más reciente de una lista de retos en redes. Recientemente en Estados Unidos se popularizó el reto de “Outlet challenge”, en el que con un cargador de celular y una moneda se deben causar chispazos.
La alarma en padres de familia no se hizo esperar desatando señalamientos sobre la falta de conciencia en las nuevas generaciones. Sin embargo, desde la ciencia, los adolescentes suelen no medir riesgos precisamente porque su cerebro está en desarrollo.
“La costumbre de hacer cosas retadoras y cosas prohibidas siempre es parte del proceso de la adolescencia”, dice Laura Córdova, presidenta de la Asociación de Psicólogos Escolares de México, A.C.
“Tiene mucho que ver con cambios en la química de cerebro, especialmente el neurotransmisor de dopamina, el que muchachos tengan que experimentar nuevas emociones”.
De ahí que especialistas apuntan a que es responsabilidad de los adultos, maestros y padres de familia, el guiar a los chicos en el discernimiento de sus acciones, y de ayudarles a valorar si vale o no la pena entrarle a un “juego” sólo por ganar popularidad en las redes sociales.
“Hay que estar hablando con ellos, que ellos sepan que están creciendo y que (esa inmadurez) es parte de su desarrollo, pero no por eso justificar acciones y decir: ‘bueno, es que eres adolescente'”, establece Córdova.
Una recomendación fundamental es tener comunicación con los hijos sin juzgarlos, apunta la psicóloga.
También hay que dar un paso, a veces temido, como es ingresar a esas redes sociales a las que los chicos migran conforme aparecen nuevas aplicaciones, huyendo de espacios más tradicionales como Facebook, a rincones como SnapChat o TikTok.
“El primer paso es saber lo que hay y cómo funciona”, dice Fernando Esquivel Lozano, doctor en Ciencias de la Información en la UANL, “muchas veces los padres ni siquiera se enteran de lo que sus hijos consumen (en redes)”.
Beatriz Elizondo, consejera en el American Institute of Monterrey, coincide.
“Es importante que los padres de familia estén enterados de las tendencias que surgen en redes sociales para que puedan acercarse a tiempo con sus hijos para aconsejarlos y ayudarlos a tomar decisiones acertadas y siempre de beneficio para ellos.
“Los retos que hacen los adolescentes, a veces también los niños, en redes sociales es un tema que ya lleva mucho tiempo y van desde cosas simples hasta situaciones peligrosas como este reto del ‘cráneo roto'”.
Para enfrentar los riesgos que representa el tener una abundante información en internet, no toda confiable y con potenciales daños por sus contenidos, los colegios comenzaron desde hace algunos años a enfocarse a trabajar en las habilidades socioemocionales y en la conciencia de la ciudadanía digital.
“El desafío para los padres es que las aplicaciones van surgiendo y crecen exponencialmente a una rapidez impresionante”, dice Flor Gutiérrez, directora del Colegio Americano Anáhuac.
“Cuando te das cuenta esas aplicaciones ya se arraigaron en los adolescentes, y no es de que apenas las están conociendo, sino que ya tienen rato usándolo”.
Algunos reportes indican que el joven del Colegio Santo Tomás de Aquino resultó con una fractura de cráneo, lo que lo mantiene en terapia intensiva.
“Cuando vemos niños arriesgando su vida a cambio de unos segundos de atención, nos invade la inquietud y nos inunda el desasosiego”, reflexiona Luis Antonio Lucio, profesor e investigador de la Facultad de Psicología de la UANL.
“Culpamos a la escuela, al sistema político o económico, al microsistema de los iguales, a los medios de comunicación y quizá en especial a las tecnologías de la información y de la interacción por sus redes sociales”, expresa el también autor de estudios del impacto de la tecnología en la vida de estudiantes.
“Ni por asomo nos paramos ante el espejo y nos preguntamos qué hicimos nosotros como adultos para que esa escena que aparece ante nosotros pudiera ser acordada y llevada a cabo”.
No hay que culpar a los niños, afirma Lucio.
“Preguntemos qué hicimos o no hicimos los adultos para que esa escena que está ante nuestros ojos ocurriera”.
TikTok es considerada un fenómeno de redes en este momento, principalmente entre adolescentes.
A diferencia de varias aplicaciones ya conocidas creadas en Estados Unidos, ésta tiene su origen en China.
Funciona similar a otras redes, como Instagram o Facebook, desplegando en la pantalla un muro en el que aparecen miles de videos cortos grabados y editados por jóvenes. El 90 por ciento de sus usuarios es menor de 34 años.
Esta red social ofrece un banco de efectos y fondos musicales para producir clips con selfies o en situaciones cotidianas con grupos de amigos, agregando el toque personal de humor.
Mientras Facebook tiene 2 mil 450 millones de usuarios, TikTok reporta 500 millones, pero el año pasado fue la aplicación número uno en descargas.
Parece ser un espacio en donde jóvenes y adolescentes viven la libertad sin filtros.
Pero como toda red social con alcance global, tiene sus riesgos, por lo que los expertos llaman a papás y maestros a estar al pendiente de su uso
