Nuevo Laredo, Tam.- Cada año, la Diócesis de Nuevo Laredo emprende, con una gran devoción y alegría, su tradicional peregrinación hacia la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, un acto que une a cientos de fieles en torno al amor y agradecimiento a la Virgen Morena.
Esta manifestación de fe, señaló la Diócesis en un comunicado, se ha consolidado como una de las expresiones más sentidas del pueblo católico de la diócesis, que con esfuerzo y esperanza recorre kilómetros para postrarse ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
El momento culminante de la peregrinación es la Santa Misa en la Basílica, presidida por el administrador apostólico, Mons. Rogelio Cabrera López, quien acompañado de presbíteros, religiosas y fieles laicos, elevan su acción de gracias a Dios por medio de María. En este ambiente de recogimiento y fiesta espiritual, se fortalece el sentido de identidad y comunión entre los fieles de la diócesis.
“Que Dios nos bendiga y a mis hermanos que vienen de Nuevo Laredo; ¡ánimo! se lo difícil que la pasamos en estos tiempos pero estamos seguros y confiamos en Dios y en la intersección de la virgen María que pronto se abrirá una ventana grande y podremos respirar amor, tranquilidad y paz. Y no olviden las cuatro peticiones: el nuevo Obispo para Nuevo Laredo, pedir vocaciones sacerdotales religiosas y al matrimonio, pedir la paz en nuestras ciudades y pueblos; y el agua necesaria para poder vivir. Que Dios los bendiga y gracias por rezar unos por otros” expresó Monseñor.
En esta edición, un total de 16 parroquias de la Diócesis participan en la peregrinación, llevando consigo intenciones personales y comunitarias, así como muestras de gratitud por los favores recibidos. Cada grupo ha preparado su viaje con entusiasmo, confiando en la protección maternal de la Virgen del Tepeyac y animados por el deseo de mantener viva esta tradición mariana.
Con esta peregrinación anual, la Diócesis de Nuevo Laredo reafirma su amor por la Virgen de Guadalupe y su compromiso de seguir caminando como Iglesia que peregrina con fe, esperanza y caridad. Es un encuentro que renueva el corazón y fortalece la misión evangelizadora en cada una de sus comunidades.
