PLAYA DEL CARMEN.-El huracán Grace tocó tierra en la madrugada del jueves en el Caribe mexicano, justo al sur de los antiguos templos mayas de Tulum, y provocó una peligrosa marejada ciclónica. Las lluvias torrenciales y los vientos fuertes amenazaban con destruir las viviendas más frágiles y con ahuyentar a los turistas de sus playas de arena blanca mientras el meteoro cruza la península de Yucatán.
El huracán de categoría 1 descargó sus lluvias sobre Haití, ya golpeada por un terremoto, Jamaica e Islas Caimán en ruta hacia un impacto directo en la Rivera Maya, el corazón de la industria turística de México.
El vórtice de Grace tocó tierra justo al sur de Tulum a las 04:45 de la madrugada, con vientos máximos sostenidos de 130 kilómetros por hora (80 millas por hora), según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
A medida que el ojo del meteoro avanzaba sobre tierra firme, la tormenta se debilitó levemente, pero mantenía la fuerza de huracán el jueves por la mañana. Se movía hacia el oeste a través de la península a 28 km/h (17 mph) y so vórtice se ubicaba a unos 70 kilómetros (45 millas) al sur-sureste de Valladolid, México.
Se pronostica que el centro de la tormenta alcanzará las aguas del Golfo de México el jueves por la noche o el viernes.
El jueves por la mañana, las calles de Playa del Carmen, al norte de donde Grace tocó tierra, estaban llenas de ramas de árboles. Algunos cables del tendido eléctrico colgaban y ráfagas fuertes de viento arrojaban una lluvia punzante.
El gobernador del estado de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, dijo que la tormenta había dejado sin electricidad a unos 84.000 clientes en Cancún y 65.000 en Playa del Carmen, Cozumel, Puerto Aventura y Tulum.
Un carril de la carretera entre Playa del Carmen y Tulum quedó bloqueado por una señal de tránsito caída. Una gasolinera fue destruida cuando un gran pabellón se desplomó, destrozando dos automóviles.
El gobierno estatal abrió refugios y evacuó algunos hoteles y a residentes antes de la llegada de Grace. El meteoro esquivó Cozumel, un popular destino de cruceros, y el centro de la localidad de Playa del Carmen, que suele estar lleno de música y de fiesteros, lucía inquietantemente desolado el miércoles en la noche. Las autoridades ordenaron el cierre de todos los negocios y un toque de queda a partir de las 20:00 horas.
Una excepción fue Axel Félix, un repartidor de pizza de 37 años que hacía su último reparto de la noche, con la ayuda de un impermeable. “Ahora me voy a mi casa y ya no se sale hasta mañana”, dijo. “Hay que cuidarse y encerrarse en la casa”.
Otra fue Juan González, un estudiante de 25 años que paseaba a su perro. “En la casa estaremos todos tranquilos, con comida, esperando a ver qué pasa y con protección en las ventanas”, afirmó.
Con poco que se interponga en su camino sobre la península, una zona carente de montañas importantes, se espera que Grace se debilite ligeramente antes de volver a recuperar fuerza en el Golfo de México para tocar tierra nuevamente en el país a finales de semana.
En la avenida principal de Tulum, turistas con impermeables de plástico caminaban entre charcos conforme los vientos se intensificaban. En la playa, la marea subía y los bañistas buscaban guarecerse de la arena empujada por el viento. Soldados y marinos armados en camionetas vigilaban las calles de la ciudad. Los negocios empezaron a tapiar las ventanas y se formaron filas en las tiendas de alimentos para adquirir productos básicos.
“Estamos tomando precauciones, haciendo algunas compras, como de leche, azúcar, agua y galletas, porque no sabemos hasta cuándo debemos estar encerrados”, comentó Adamaris García, un ama de casa de 21 años que estaba en una fila de decenas de personas en una tienda pequeña.
Entretanto, algunos turistas se lamentaban por sus vacaciones arruinadas y otros se preparaban para pasar su primera experiencia con un huracán.
Johanna Geys, de Múnich, Alemania, estaba tomando una cerveza en Tulum el miércoles por la tarde. Es la primera vez que visita México y su primer huracán.
“No sabemos cómo es”, comentó Geys, una mesera de 28 años. La gente le ha dicho que no será malo.
Mientras salía de una tienda con algunos productos, Sarah Lynch, una estudiante de derecho en California de 25 años, dijo que no estaba demasiado preocupada.
“Tenemos agua adicional. Estamos preparados para el huracán y simplemente vamos a adaptarnos a la tormenta y ver qué pasa”, dijo Lynch. “Da un poco de miedo porque es algo desconocido, pero fuera de eso estamos bien. Hemos sobrevivido al COVID”.
Hacia el norte, en Cancún, algunos pescadores alejaban sus botes de la orilla para protegerlos.
“El año pasado nos agarró así (sin prepararse) porque las informaciones que dan a veces no son correctas y a veces las aguantamos (las tormentas)”, comentó uno de ellos, Carlos Canché González. “Pero no creo que arrecie. Ya el año pasado la experiencia que tenemos, pues si arrecia o no arrecia, hay que salvar el equipo. De eso vivimos nosotros, somos pescadores de años”.
“Para uno como turista es muy negativo este huracán, porque todos tenemos actividades programadas para ciertos días y que a uno se las cancelen pues nos daña las vacaciones”, informó Keny Sifuentes, un colombiano de 19 años que viajó a Cancún con su familia.
Las autoridades estatales dijeron que, hasta la semana pasada, la región albergaba a unos 130.000 turistas y que los hoteles estaban ocupados a más de la mitad de su capacidad a pesar de la pandemia de coronavirus.