CD. DE MÉXICO.-Los niños han dejado de ir a la escuela, ven sus bicicletas empolvadas a través de la ventana. Las casas aledañas al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) están cubiertas con plásticos y cobijas, y los vecinos presentan afectaciones respiratorias o cutáneas debido a la cantidad de tierra que expide la obra.
Las calles del Fraccionamiento Paseos de Tecámac, la unidad habitacional más cercana a la Terminal 1 del nuevo aeropuerto en Santa Lucía, están cenizas.
En esta zona del Estado de México los árboles son grises, el polvo se acumula en puertas, jardines, ventanas y en los juegos infantiles.
Sólo una barda de menos de dos metros de alto los separa de la construcción del AIFA. Un vehículo de carga pasa cada 15 minutos y el ruido es constante en la tarde, noche y madrugada; sin embargo, el principal problema es la tierra. Colonos coinciden en que pese a los tres años que lleva la obra, aún no se acostumbran al polvo.
Los más afectados, relatan, son los habitantes de la Avenida Tulipanes, la última calle del fraccionamiento y la más pegada a la terminal aérea, así como los alumnos del kínder Juan Escutia, ubicado sobre esa vía.
Nadia Viviana, quien vive en esa calle, cuenta que incluso las señalizaciones o flechas en el suelo son borrosas, el piso es resbaloso y los niños han presentado problemas respiratorios.
“Les suenas la nariz y los moquitos les salen grises. También nosotros como adultos estornudamos mucho y lo mismo, nos sonamos la nariz, sale polvo todavía. La arena se nos ha metido hasta el cuerpo”, afirma.
“Los niños tosen, estornudan. El polvo no deja de entrar, comemos polvo, por más que tapas la comida a veces entra y se queda negra de tanta tierra. Ya no queremos vivir así”, agregó.
Su vecino, el niño Johan Abraham, señala que no ha podido salir a jugar, y cuando llega a hacerlo debe vigilar que no haya viento para poder andar en su bicicleta.
“A veces duele la garganta”, afirmó.
Diana Laura Álvarez, otra vecina del fraccionamiento, afirma que tiene una semana que no manda a sus hijos a la escuela.
“También por el Covid, pero por el polvo. La escuela, el kinder de los niños está justo a lado de aeropuerto, todo el polvo le cae a los niños y mis hijos ya tosen, mi hija tuvo que ir al doctor”, expuso.
Ella culpa al polvo por su dermatitis en manos y cuello. Debe limpiar al menos tres veces al día su casa, pero el polvo se sigue acumulando.
“Cuando uno lava la ropa, no la puede dejar demasiado tiempo, o la quita rápido o se llena de polvo, pero sobre todo nos preocupa la escuela Juan Escutia, los niños ya tosen mucho”, indicó.
“A nosotros (fraccionamiento) nos divide sólo la barda perimetral con la base aérea, los niños (del kinder) están pegados a la barda. Yo me la paso limpiando, el polvo afectó mi piel, estamos viviendo entre polvo y no desaparece. Hay veces que parece que avientan polvo bajo las puertas, ya de verdad es una situación bien difícil”, agregó.
Luis Álvarez, presidente de colonos, quien reprocha afectaciones para las 441 casas del conjunto habitacional, teme que además haya repercusiones en el abasto de agua y pidió una solución.
“Yo creo que las obras para beneficio público se requieren de aguantar un poquito, pero esto ya sobrepasa todos los extremos. Son obras de relumbrón de esta Administración, no hay beneficios para nosotros y nos están afectando, ya nos urge que acaben, ya no queremos vivir así”, añadió.
