PHNOM TAMAO, Camboya.- Un pequeño hocico se asomó para ampliar la grieta en el cascarón que se fragmentaba lentamente.
El cocodrilo siamés se tomaba su tiempo, después de otros que ya habían reptado fuera, gorjeando, hacia la arena. Los adultos pueden medir hasta 4 metros (13 pies) de longitud y pesar hasta 350 kilos (770 libras). Tienen pocos depredadores naturales. Pero estas crías —cada una de aproximadamente el tamaño de un hot dog de Nueva York— son vulnerables, y su coro de chillidos agudos era una señal para que sus madres los protegieran y para que los que se habían quedado rezagados se apresuraran.
Hor Vichet —un guardián de zoológico en el centro de crianza de estos reptiles en grave peligro de extinción en Phnom Tamao, Camboya, perteneciente al organismo de conservación Fauna and Flora— rompió el resto del cascarón.
“Es hora de salir al mundo”, declaró.
Los cocodrilos siameses se encuentran en una recuperación que tenían pocas probabilidades de alcanzar. Solían estar muy extendidos por el sureste de Asia, pero la demanda de cuero fabricado a partir de sus pieles diezmó a las poblaciones silvestres el siglo pasado. Miles fueron cazados o capturados para ser criados en granjas. Para fines de la década de 1990 se pensaba que estaban extintos.
Pero un estudio en los montes Cardamomo del oeste de Camboya en el año 2000 halló un vestigio de población silvestre. Estos bosques de niebla fueron uno de los últimos bastiones de las guerrillas del Jmer Rojo que lucharon contra el gobierno hasta 1999. Eso, en combinación con el respeto de las comunidades indígenas locales hacia los cocodrilos, salvó este enclave que persistía. Pero aún eran demasiado pocos y estaban demasiado dispersos para que se pudiera recuperar la población.
Los ambientalistas se dieron cuenta de que salvar a la especie requeriría la reproducción en cautiverio de cocodrilos fértiles de raza pura. Los granjeros de cocodrilos que cazaron a la especie hasta dejarla al borde de la extinción ahora desempeñan un papel vital en ese empeño.
En la actualidad hay unos 1.000 cocodrilos siameses silvestres, de los cuales aproximadamente 400 están en Camboya y el resto se encuentran dispersos en Vietnam, Laos, Tailandia e Indonesia. Proteger al reptil también requiere salvaguardar su hábitat en los montes Cardamomo, un ecosistema diverso y una de las últimas selvas que se conservan en el sureste de Asia. Se extiende sobre un área más grande que Dinamarca, ayudando a capturar de la atmósfera gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
La iniciativa finalmente está dando frutos: los primeros cocodrilos fueron reintroducidos en la naturaleza en 2012 y han comenzado a reproducirse en su hábitat. En julio se descubrieron más de 100 huevos en los bosques, la mayor cantidad hasta ahora.
“Aún estamos lejos de poder decir que la especie se encuentra en buena posición”, reconoció Pablo Sinovas, de Fauna and Flora. “Pero está progresando”.
Los ambientalistas enfrentaron grandes retos cuando comenzaron su proyecto en 2011. Había más de 1,5 millones de cocodrilos que languidecían en granjas en toda Camboya, Tailandia y Vietnam, pero pocos eran de raza pura. Los granjeros habían reproducido cocodrilos siameses con especies más grandes y agresivas con el fin de obtener pieles de texturas que les pedían firmas de moda. El liberar a esos cocodrilos mestizos en su hábitat podría acelerar la desaparición de la especie de raza pura.
Además podría representar una amenaza para la gente. La evidencia del respeto que tienen los camboyanos hacia los cocodrilos siameses perdura en tallados rugosos en los muros del templo Bayon en el complejo de templos de Angkor Wat, pero los mestizos no son los mismos animales.
“Eso sería un problema, ya que algunas de estas especies son agresivas para los seres humanos. Y no se desea que anden sueltos en la naturaleza”, señaló.
Así, los expertos recorrieron las granjas de cocodrilos en Camboya, trabajando con granjeros y científicos para hallar ejemplares de raza pura. Los pocos que se pudo localizar fueron trasladados al centro de vida silvestre en Phnom Tamao con el fin de que se reprodujeran en cautiverio. Sus huevos fueron incubados en forma artificial, y el primer grupo de 18 cocodrilos jóvenes de raza pura fue liberado en los montes Cardamomo, estableciendo las bases para revivir a la especie.
Los cocodrilos son una especie social, y una vez que están juntos hallan “su propia jerarquía”, dijo Iri Gill, que maneja animales de sangre fría en el Zoológico Chester del Reino Unido, el cual respalda el programa de crianza. Tras la temporada de apareamiento, las hembras ponen huevos que luego son colocados en una incubadora artificial, donde la humedad y las temperaturas son monitoreadas cuidadosamente para reproducir las condiciones de un nido silvestre.
“Esa es la etapa clave para que esos jóvenes salgan del cascarón y criarlos hasta una edad en que estén fuertes antes de ser liberados”, señaló Gill.
Un programa similar de crianza en cautiverio también fue decisivo para recuperar las poblaciones de cocodrilos en India, después de que casi habían quedado extintas a comienzos de la década de 1970, dijo Yashendu Joshi, investigador de cocodrilos en el Centre for Wildlife Studies, un organismo indio sin fines de lucro. En la naturaleza, menos de 1 de cada 20 crías de cocodrilo llegan a la edad adulta. Sus posibilidades de sobrevivir se incrementan en forma exponencial si son liberados después de que crecen a un metro (3,4 pies) de longitud.
“Es por eso que estos programas de crianza en cautiverio han estado operando en diversas partes del mundo”, indicó.
En la actualidad, la demanda de cuero de cocodrilo ha disminuido, y muchas de las granjas han estado perdiendo dinero desde la pandema de COVID-19, dijo la granjera de cocodrilos Ry Lean.
Decenas de cocodrilos toman el sol en corrales alrededor de la vivienda donde la mujer de 73 años vive con su familia extendida. Su tienda vende artículos de recuerdo como cráneos de cocodrilo apilados en repisas como si fueran libros, cajas de vidrio rebosantes de colmillos, montículos de carne seca de cocodrilo y cuerpos laqueados de cocodrilos bebé secándose al sol. Pero el turismo ha disminuido desde la pandemia y los crecientes precios de los pescados dificultan alimentar a los reptiles, señaló Lean.
“Estoy estancada con este negocio y los cocodrilos”, señaló, e hizo notar que un cocodrilo grande solía venderse hasta por 1.500 dólares. Ahora ella tendría suerte si es que recibe 150.
Los ambientalistas siguen recorriendo las granjas en búsqueda de cocodrilos siameses de raza pura. También están trabajando para proteger los hábitats donde se libera a cocodrilos jóvenes de raza pura. De 2001 a 2023, Camboya perdió casi una tercera parte de su cobertura arbórea, según Global Forest Watch, una plataforma operada por el World Resources Institute, un organismo sin fines de lucro.
El papel del cocodrilo siamés como una especie emblemática —elegida para representar una causa ambiental similar a los pandas gigantes en China y los tigres en India— ayuda a la causa de proteger los montes Cardamomo, dijo Sinovas de Fauna and Flora.
No tiene sentido liberar a los cocodrilos en hábitats que no pueden sustentarlos, agregó.
“El proteger el hábitat es la parte más importante de todo este proyecto”, manifestó.