CIUDAD DE MÉXICO.- El polvo cubre cada superficie de la escuela primaria Felipe Carrillo Puerto, en la Colonia Valle Gómez, Cuauhtémoc. Mesas, bancas, ventanas, estantes y el mismo suelo lucen la capa que corresponde a poco más de un año de pandemia.
El periódico mural también está desactualizado, una estampa de la premura y la sorpresa de dejar las aulas cuando se declaró la emergencia sanitaria por la que millones de alumnos transitaron a la enseñanza virtual.
Todo ello supervisa la directora Maurina Georgina Medina, docente con más de 40 años de experiencia, ahora que regresa al plantel con la luz del final de la pandemia a la vista.
“Como pensábamos que íbamos a regresar pronto, se quedaron todos los materiales detenidos. Ya ni vamos a regresar al mismo grado”, señala Maurina, directora desde 2008 y docente desde 1992.
Entra a la bodega de material didáctico, al comedor de los desayunos calientes y a las distintas aulas donde otros maestros, padres de familia y conserjes retiran carteles, monografías o mapas de clases que truncó el confinamiento.
En planteles de toda la Ciudad se observaron escenas parecidas, con participación previsora de la comunidad ante la inminente vuelta a las aulas. Aquí se sumaron 11 de los 24 profesores y algunos padres… todos repitiendo una frase similar:
“Emocionados, porque ya queremos regresar, porque para nosotros los niños son energía y necesitamos de eso”.
Para la Felipe Carrillo Puerto, será energía adicional, pues de 310 niños matriculados al inicio de la pandemia, el número subió a 355, producto del cierre de al menos una de las escuelas privadas de la zona.
No es que el incremento preocupe mucho a la directora. Prefiere presumir que los nuevos se integrarán a una escuela donde se enseña un método único de matemáticas, lo que ha dado dividendos en olimpiadas nacionales.
“Los niños mueven al mundo”, comenta Daniela Negrete, madre de familia que también administra el comedor.
