CIUDAD DE MÉXICO.— La directora paraguaya Paz Encina, de los filmes ‘Ejercicios de memoria’ y ‘Hamaca paraguaya’, llegó a las comunidades indígenas ayoreo del chaco, en el occidente de su país, en busca de una historia que narrar.
‘No tenía la intención de trabajar con una comunidad indígena, estaba en busca de una historia de amor’, dijo Encina en una entrevista reciente por videollamada. Pero al entrar en contacto con los ayoreo, supo que ellos tenían una historia apremiante.
‘Ellos me dicen ‘a nosotros lo que nos interesa hablar es lo que implica para nosotros dejar nuestro territorio y queremos que nos ayudes”, señaló.
La región en la que viven los ayoreo sufre por la deforestación, la llegada de colonos que explotan las tierras para la ganadería y la indiferencia de las autoridades. Además, en algunos casos los ayoreo terminan trabajando en esas mismas tierras bajo condiciones de explotación.
‘Es prácticamente uno de los territorios más deforestados en este momento del mundo, está sufriendo realmente’, dijo Encina. ‘Es casi un genocidio lo que está ocurriendo. Esto implica para ellos todo un desplazamiento’.
Algunos de los ayoreo viven en un aislamiento voluntario, totalmente ajenos a la cultura occidental, incluso a sus vecinos paraguayos.
‘Ellos tienen un pacto que es que si uno sale del monte ya no vuelve nunca más, porque ya son otros’, dijo Encina. ‘En el mundo de ellos no existe una vaca, no existe un perro’.
La etnia cautivó a Encina, quien comenzó a viajar habitualmente a sus comunidades.
‘Me daba cuenta que además de estar ante el desafío de estar ante una película que se volvía grande, estaba ante el desafío de otra cosmovisión’, dijo la directora. ‘Para mí fue como todo un camino desestructurarme y dejar de pensar con los parámetros que normalmente piensa el cine’.
‘Me lleva también a otra dimensión a nivel cinematográfico, en el sentido de que no estoy ante un documental ni estoy ante una ficción, estoy ante lo que hoy llamamos un híbrido’, agregó.
El resultado de este intercambio es el filme ‘Eami’ (también estilizado ‘EAMI’) que se encuentra actualmente en cartelera en México. Se trata de una fusión entre ficción y documental en la que la narración tiene múltiples puntos de vista. La película se centra en Eami, una niña que lamenta la falta de su amigo Aocojai.
‘Aocojai es para mí la gran pérdida de la película’, señala Encina. ‘Porque finalmente cada invasión deja pérdidas y estas invasiones siguen ocurriendo… y dejan personas muertas, entre ellas niños también, y son cosas muy crueles que no nos estamos dando cuenta’.
Eami es interpretada por Anel Picanerai, la hija del líder joven de una de las comunidades ayoreo.
‘El líder habla español, entonces era para mí era un poco más fácil trabajar con sus hijas porque era más directa la traducción y ellas también manejan algo de español’, dijo Encina.
También aparece un curandero llamado Lagarto (Ducubaide Chiquenoi), quien en la vida real es un chamán de la comunidad.
‘Esas escenas en las que él sana a los niños son escenas reales, son sanaciones reales’, dijo la directora. ‘Los dormía en un instante, yo las pongo como ficción, pero esas escenas son documentales, es algo fuertísimo para mí’.
La película se gestó a lo largo de seis años, en los que los atravesó la pandemia. Cuando llegó el momento de filmar tenían un cronograma ‘que no pudimos cumplir, por supuesto, porque también tuvimos que salir de nuestra estructura para poder filmar esto’, recordó Encina, quien se tuvo que ceñir a las indicaciones del líder de la comunidad.
El filme es muy sensorial, casi se pueden sentir las plumas con las que el chamán cura a los niños y oler la humedad de la selva. Por eso es muy impactante cuando los ayoreo relatan que en las deforestaciones se pueden escuchar los gritos de los árboles.
‘Ellos no tienen esta diferencia entre animales, personas y plantas… Ellos conviven como si todos tuvieran la misma jerarquía’, dijo. ‘Yo creo que no somos conscientes de lo que está ocurriendo con el planeta… No sé a qué tenemos que llegar para darnos cuenta y creo que somos una generación a la que se nos va a recriminar esto, se nos va a recriminar la forma en la que estamos viviendo’.
Los ayoreo usan collares y plumas, pero no van vestidos, tal y como sucede en la vida real.
‘Ellos viven desnudos y se protegen solamente si es necesario porque hace frío’, dijo Encina. ‘No tienen nuestros parámetros’.
El filme es una coproducción entre Paraguay, Argentina y Holanda. En su estreno en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam ganó el Tiger Award y en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana se llevó el Premio Coral de Largometraje Documental.
‘Fue una alegría inmensa’, dijo Encina sobre el premio de Rotterdam. ‘Ese premio hizo que el Estado paraguayo ponga un ojo sobre la película, nos hagan un reconocimiento en el Senado, entonces el reclamo ayoreo también llegó al Senado paraguayo y ese para mí fue mi mayor logro’.
El próximo proyecto de Encina también abordará la pérdida y el exilio, será sobre una familia que vive en la frontera durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).