NUEVO LAREDO, TAM.-Durante los momentos más difíciles que se vivieron en pandemia, la iglesia y feligresía se mantuvo unida en la fe y esperanza.
También se pudo descubrir que hubo cierta angustia, apatía y frialdad entre la comunidad, la gente que no está bien cimentada en la fe son los que más preocupan, comentó Rogelio Lozano Alcorta, párroco de la Catedral del Espíritu Santo.
“Nunca perdimos la comunicación como catedral con la feligresía a través de medios como zoom, facebook, transmitiendo misas, horas santas, aunque la gente que no está bien cimentada en la fe, la que acude a misa dominical y toma los sacramentos ocasionalmente son los que mas nos preocupan”, aseguró Lozano Alcorta.
Ahora que se han abierto nuevamente los templos y catedral el aforo ha sido bueno, primero con el 25, luego con el 50 y ahora el 75 por ciento, en la mayoría de las misas no se llena al 75, pero sí hay mucha respuesta sobre todo en la misa de niños, añadió.
Mientras que en las misas de las 13:00 y 18:00 horas el aforo es de 80 u 85 por ciento, eso hace reflexionar a la iglesia sobre la necesidad de estar al día y llegar a la gente cuidándolos como feligreses que son, agregó.
Ese ha sido el papel de la Pastoral de Catedral, cuidarlos aunque se ha criticado según por exagerar, pero se prefiere hacerlo, nadie entra sin cubre bocas, así lo marca la ley y la Secretaría de Salud, enfatizó.
“Hay que dar salida a esto y para lograrlo se tienen que seguir medidas como checarse temperatura, gel antibacterial, tapetes sanitizanrtes y después de cada misa sanitizar el templo completo, se ha batallado con la gente, mas con la que no viene, la que no respeta el lugar, la sana distancia, andan sin cubrebocas, pero gracias a Dios la gente que ordinariamente viene se cuida con todos los detalles que hemos tenido”, aseguró Lozano Alcorta.
Hay dos realidades, unos buscando a Dios al sentirse vulnerables, porque esto nadie lo había vivido, ante esta experiencia unos se acercaron a Dios, pero quienes perdieron a familias y se enfermaron se alejaron de él, comentó.
Un ejemplo son los jóvenes que se han extraviado, se les ha buscado insistentemente, pero sí les afectó mucho esta contingencia de sufrimiento, dolor y angustia, añadió el padre Rogelio.
“Ahora hay una luz que empieza a brillar, rezamos el rosario para los jóvenes, que sientan la experiencia de Dios y regresen, hay reuniones los lunes vía zoom con ellos, las horas santas para ellos, les tratamos de dar formación y acercamiento a los sacramentos”, expresó.
Esto también frenó un poco el sentir el poder del ser humano, porque no hubo en el mundo poder humano que pudiera detener al instante esta pandemia, dijo.
Ayudó a descubrir la vulnerabilidad en que vivimos, pero también descubrió totalmente las franjas de pobreza que son los que mas sufrieron, puso al descubierto la debilidad que se tiene en asistencia social, pero igual ayudó a ponerse las pilas para ayudar y descubrir que lo que se hace, no es nada ante lo que se puede hacer, agregó.
“Es una experiencia que nos debe de ayudar y servir, pero la mayor es la experiencia de un Dios que está con nosotros, viendo las consecuencias de un hombre que se ha extraviado y a formado estas cosas, es la debilidad del hombre, el resultado de un cambio climático, de inventos que ayudan más a destruir, es el resultado de la fragilidad del ser humano, Dios es el único, el principio y el fin, el creador de todo por ello para él toda la gloria y el poder”, concluyó.
