Nuevo Laredo, Tam.— Personal militar a bordo de dos patrullas de la Secretaría de la Defensa Nacional, disparó contra dos jovencitos con una pistola de aire comprimido y los obligó a detenerse en la Carretera Nacional, donde fueron agredidos física y verbalmente.
Jennifer Castro Santiago, de 21 años, y su primo Luis Jaime, de 17 años, fueron víctimas de la brutalidad militar, cuando se dirigían a sus domicilios a bordo de su vehículo, un Dodge Dart modelo 2015. Ella trabaja poniendo uñas y él, es estudiante de secundaria.
Las dos víctimas de la brutalidad militar denunciaron la agresión ante la Fiscalía General de la República, ante el temor fundado de ser nuevamente atacados por los soldados.
La jovencita era quien conducía. Iban de sur a norte por la Carretera Nacional y estaban en el kilómetro 24, cuando escucharon unos disparos “muy leves” y vieron como se estrelló el vidrio trasero.
Una patrulla militar se les emparejó y con insultos obligó a Jennifer a detener su marcha. “Y fue cuando nos frenamos y ya luego se empezaron a bajar los soldados y en eso que se bajaron pues nos bajaron a nosotros, nos dijéramos que nos dijeron que, si éramos delincuentes, que a qué nos dedicamos, que, si traíamos algo, nos revisaron, pero pues no traíamos nada ilegal, porque no somos delincuentes”, dijo la jovencita.
Los soldados los detuvieron, los interrogaron agresivamente y revisaron su automóvil sin encontrar ningún indicio de actividad delictiva.
Por su parte, Guerrero Quiroz señaló que, después de ser sometido a un registro personal y recibir golpes, los militares lo amenazaron con dañar su vehículo si volvían a encontrarse en la misma área.
“Y luego ya como no me encontraron nada, fue por lo que más se enojaron. Ya, pues me dijeron que nos retiráramos, que, si otra vez nos volvían a topar por ahí, pues que ahora sí nos iban a iban a pegar y a ponchar las llantas del carro”, manifestó el adolescente.
Estas agresiones, que no se tradujeron en lesiones físicas graves, son solo una muestra de un problema mayor en Nuevo Laredo, donde los informes de jóvenes acosados y agredidos por militares son recurrentes.
A pesar de la denuncia realizada por las víctimas, la sensación de impunidad prevalece, ya que muchos jóvenes se muestran escépticos sobre la efectividad de presentar quejas formales ante las autoridades.
Este tipo de incidentes plantea interrogantes sobre el papel y la conducta de las fuerzas armadas en la ciudad, así como sobre el respeto a los derechos civiles de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes que viajan solos.
