NUEVO LAREDO, TAM .- Alfredo Saldívar Carvajal, de 54 años, jamás imaginó que su vida daría un giro tan doloroso. Tras sufrir una hemiplejia que lo dejó con dificultades para caminar, dependiente de un bastón, lo que debía ser un trámite familiar lo convirtió en una travesía de abandono y desolación. “Pensé que mi familia me apoyaría como siempre, pero me dejaron aquí, solo. No entiendo por qué. No merezco esto”, relata con voz entrecortada desde el albergue municipal de esta frontera, donde ahora busca recuperar fuerzas.
Todo comenzó cuando sus familiares lo trajeron desde Guadalupe, Nuevo León, hasta Nuevo Laredo para cobrar un seguro. Alfredo confiaba plenamente en ellos, pero tras cumplir el trámite, lo dejaron a su suerte. Con apenas fuerzas y sin recursos, intentó regresar caminando a su hogar, pero la distancia y su condición física lo vencieron. “Caminé hasta donde pude, con hambre y sed. Solo quería volver a mi casa, a mi vida, a algo que me hiciera sentir seguro otra vez”, explica con lágrimas en los ojos.
El sábado por la mañana, un ranchero lo encontró agotado y desorientado en la Carretera Nacional, en el paraje conocido como Las Capillas. Alfredo llevaba tres días sin comer adecuadamente, resistiendo como podía. El ranchero, conmovido por su historia, lo trasladó a un negocio cercano en el kilómetro 24 y solicitó ayuda. “Ese hombre fue un ángel para mí. Sin su ayuda, no sé si estaría vivo”, comenta Alfredo con gratitud.
Elementos de Protección Civil y Bomberos acudieron al llamado y auxiliaron al hombre. Lo trasladaron al albergue municipal, donde al menos ha encontrado un techo y comida caliente. Sin embargo, Alfredo enfrenta una realidad devastadora: está solo, sin medios para regresar a Guadalupe, y con una salud que requiere atención médica constante. “Me duele más el alma que el cuerpo. Uno piensa que la familia siempre estará ahí, pero a veces te sorprenden de la peor manera”, reflexiona mientras acaricia su gastado bastón.
Si desea apoyar a Alfredo o a otros en situaciones similares, puede contribuir con donaciones de alimentos, ropa o apoyo económico en el albergue municipal. Porque al final, todos merecemos una mano amiga y un hogar al que regresar.