BOISE, Idaho.- Uno tras otro, amigos y familiares de los cuatro estudiantes de la Universidad de Idaho que fueron asesinados dentro de su casa por Bryan Kohberger expresaron sus emociones entre sollozos, insultos y maldiciones ante un tribunal completamente lleno el miércoles, cuando fue sentenciado a pasar el resto de su vida en prisión.
Ben Mogen, padre de Madison Mogen, le atribuyó a su hija el haberlo ayudado a mantenerse con vida durante su lucha contra las adicciones. La llamó “lo único de lo que estoy orgulloso”.
Dylan Mortensen, compañera de cuarto de las víctimas que le dijo a la policía que esa noche vio a un hombre extraño con cejas pobladas y un pasamontañas dentro de la residencia, describió a Kohberger como “un recipiente vacío, algo menos que humano”.
“El infierno te estará esperando”, recalcó Kristi Goncalves, madre de Kaylee Goncalves.
El juez Steven Hippler ordenó a Kohberger cumplir cuatro cadenas perpetuas sin posibilidad de libertad condicional por el asesinato de Mogen, Goncalves, Ethan Chapin y Xana Kernodle. También se le impuso una sentencia de 10 años por robo y multas y sanciones civiles por un total de 270.000 dólares.
Kohberger, de 30 años, se declaró culpable semanas antes del inicio de su juicio, en un acuerdo para evitar la pena de muerte. Los fiscales y abogados defensores acordaron la sentencia.
Kohberger no dio ninguna explicación
Cuando llegó su turno de hablar ante el tribunal, Kohberger dijo: “Declino respetuosamente”, sin arrojar luz sobre los motivos por los que ingresó a la vivienda de alquiler en Moscow a través de una puerta corrediza a primeras horas del 13 de noviembre de 2022 y apuñaló a cuatro de los estudiantes.
“Comparto el deseo expresado por otros de entender el porqué”, señaló Hippler. “Pero, después de reflexionar, me parece, y esto es sólo mi opinión, que al continuar enfocándonos en el porqué, le seguimos dando relevancia al señor Kohberger, le damos agencia y le damos poder”.
El crimen horrorizó a la ciudad, que no había visto un homicidio en unos cinco años, y provocó una intensa cacería en busca del perpetrador. Algunos estudiantes tomaron el resto de sus clases de forma remota porque no se sentían seguros. Kohberger, un estudiante de posgrado en criminología en la Universidad Estatal de Washington, fue arrestado en Pensilvania, donde vivían sus padres, unas seis semanas después.
Un hisopo recolectado de la basura en la casa de sus padres y la genealogía genética se utilizaron para encontrar coincidencias del ADN de Kohberger con el material recuperado de una funda de cuchillo encontrada en la casa, dijeron los investigadores. Utilizaron datos de las torres de telefonía celular para precisar sus movimientos, y grabaciones de cámaras de seguridad para ayudar a localizar un sedán blanco que se vio pasar en varias ocasiones frente a la residencia la noche de los asesinatos.
Pero, después de la audiencia del miércoles, los investigadores dijeron a la prensa que, a pesar de los exhaustivos esfuerzos, no lograron encontrar el arma homicida, la ropa que Kohberger llevaba en ese momento o cualquier conexión entre él y los estudiantes.
Pocas horas después de la sentencia, el Departamento de Policía de Moscow publicó en su sitio web cientos de documentos sobre la investigación. Detallaron cómo los investigadores procesaron la espantosa escena del crimen; siguieron pistas de personas que afirmaban haber tenido una cita con Kohberger a través de Tinder o haberlo visto caminando a lo largo de una carretera; además, analizaron el suelo y el polen encontrados en una pala dentro de su automóvil para ver si podían determinar dónde se había utilizado.
Seres queridos expresan su ira
“Este mundo era un lugar mejor con ella en él”, declaró Scott Laramie, padrastro de Mogen. “Karen y yo somos personas ordinarias, pero vivimos vidas extraordinarias porque teníamos a Maddie “.
El padre de Goncalves, Steve, se burló de Kohberger por ser atrapado a pesar de su educación en criminología.
“Fuiste tan descuidado, tan tonto, tan estúpido”, comentó. “¿Maestría? Eres una broma”.
El padre de Kernodle, Jeff, recordó que su hija no se sentía bien esa noche y pensó en conducir los 11 kilómetros (7 millas) hasta la residencia para estar con ella. Decidió no hacerlo porque había estado bebiendo.
Mortensen y otra compañera de cuarto sobreviviente, Bethany Funke, describieron los paralizantes ataques de pánico que sufrieron después del ataque.
“Dormí en la habitación de mis padres durante casi un año, y les pedí que cerraran con doble llave cada puerta, pusieran una alarma y de todas maneras revisaran toda la habitación por si alguien estaba escondido”, escribió Funke en una declaración leída por un amigo.
La voz de Alivea Goncalves no vaciló mientras le hacía preguntas a Kohberger sobre los asesinatos, incluyendo cuáles fueron las últimas palabras de su hermana. Recibió aplausos después de menospreciar a Kohberger, quien permaneció inexpresivo mientras ella lo insultaba.
“No ganaste, sólo te expusiste como el cobarde que eres”, afirmó Alivea Goncalves. “Eres un perdedor delirante, patético e hipocondríaco”.
La familia de Chapin no asistió.
La madre y la hermana de Kohberger permanecieron sentadas en la galería cerca de la mesa del acusado. Su madre lloró en silencio por momentos mientras los otros padres describían su dolor. Sollozó brevemente cuando la abuela de Mogen dijo que su corazón está con las demás familias, incluida la de Kohberger.
La tía de Xana Kernodle, Kim Kernodle, dijo que perdonó a Kohberger y le pidió que la llamara desde la prisión, con la esperanza de que pueda responder a sus persistentes preguntas sobre los asesinatos.
“Bryan, estoy aquí este día para decirte que te he perdonado, porque ya no podía vivir con ese odio en mi corazón”, expresó. “Y para convertirme en una mejor persona, te he perdonado. Y cuando quieras hablar y contarme lo que pasó, consigue mi número. Estoy aquí. Sin juicio”.