CIUDAD DE MÉXICO.- La escritora española, Almudena Grandes, falleció por cáncer este sábado a los 61 años.
Al margen de su relación con la literatura, la figura de Almudena Grandes destacó siempre por su posición ideológica claramente de izquierdas. Siempre reivindicó a todos los que pusieron en pie la Segunda República española y vieron cómo esta desaparecía tras un cruento golpe de Estado seguido de una guerra, para ella interminable, y a la que dedicó muchos años de su vida a investigar.
De ahí que no es casual que Almudena hubiera afirmado desde hace años que ella quería ser enterrada en el Cementerio Civil de Madrid junto a los suyos. Un cementerio creado a mediados del siglo 19 para albergar a librepensadores, ateos, sindicalistas, heterodoxos, protestantes, masones, suicidas y judíos.
Su compromiso ideológico y vital fue el que la empujó a que casi toda su obra girara en torno al franquismo y la herencia que este había dejado, analizando tanto a la parte perdedora como a la golpista.
“El franquismo fue una dictadura prototípica debido a su certera aplicación progresiva del terror; se sembraba toda esa represión desde el Gobierno para que nadie se moviera ni quisiera cambiar las cosas”, llegó a decir.
A partir de 2007, cuando publicó El corazón helado, la carrera de Grandes encontró un sentido que trascendía lo literario.
Ella ya era una autora de éxito y de prosa sólida (algunas de sus novelas anteriores como Los aires difíciles o Atlas de geografía humana fueron celebradas por la crítica especialmente), pero cuando acabó El corazón helado, donde por primera vez se detenía en las vidas de aquellos exiliados republicanos y sus generaciones de inadaptados posteriores, vio el agujero negro por el que se perdían una buena parte de los españoles del siglo 20.