LOS ANGELES.- El Teatro Dolby realmente cobra vida en la noche de los Oscar durante los cortes a comerciales.
Las estrellas se muestran alegres ante las cámaras durante la transmisión de televisión (después de todo, son actores), pero la mayoría de las veces parece que casi todos prefieren simplemente hablar con sus compañeros artistas en la sala.
Los descansos pueden durar una eternidad para las personas que ven los Oscar en casa, pero en el Dolby, nunca son lo suficientemente largos, ya que las estrellas en el piso principal terminan abruptamente las conversaciones y se apresuran a tomar su asiento nuevamente.
El comienzo de la gala siempre es precipitado, pues el equipo de seguridad, los organizadores y un anunciante que suena por todo el teatro intentan convencer a los asistentes de que se sienten a tiempo para el comienzo de la transmisión en vivo.
Algunos apenas logran entrar, como el astro nacido en Chile de “The Last of Us” y “The Mandalorian” Pedro Pascal, cuyo manejador suplicó que le dieran acceso para su aparición durante el monólogo inicial del presentador Jimmy Kimmel, mientras que otros, como Elizabeth Banks, definitivamente se quedan fuera. A Banks la condujeron a la sala durante el primer receso y pasó junto al actor de reparto nominado Brian Tyree Henry, quien se había acercado a Cate Blanchett unas filas más adelante.
Unos minutos más tarde, Henry fue uno de los primeros en ponerse de pie para ovacionar a Ke Huy Quan, quien ganó en la categoría de mejor actor de reparto en la que ambos competían, mientras la coprotagonista de Quan, Michelle Yeoh, se secaba una lágrima de la primera fila. Una persona incluso se puso de pie para el final del discurso de Quan: el actor nacido en Costa Rica Harry Shum Jr.
A pesar de su derrota, Henry se veía animado en el vestíbulo. Se acercó a Phoebe Waller-Bridge y Martin McDonagh y pidió una foto con Waller-Bridge, que McDonagh les tomó diligentemente.
De vuelta en la sala, cuando Jamie Lee Curtis subía al escenario para recibir el premio de mejor actriz de reparto, Cate Blanchett se llevó las manos sobre la boca e hizo un gesto como rezando hacia la nueva ganadora del Oscar. Algunos entre el público parecían un poco preocupados cuando parecía haber humo frente a Curtis durante su discurso. Pero todos dieron un suspiro de alivio al darse cuenta de que era simplemente parte del siguiente acto, un número musical de Sofia Carson.
Durante el siguiente descanso, Blanchett se acercó directamente a su compatriota australiana Nicole Kidman para darle un gran abrazo, y Kidman hizo lo mismo más tarde con otro astro australiano, Austin Butler.
Afuera del teatro, en el vestíbulo, Miles Teller pasó el rato con su esposa en el bar, mientras Bill Nighy tomaba un breve descanso para ir al baño. Y en otra parte de la sala, el cineasta Rian Johnson se reía con Hugh Grant, quien hizo un cameo en su película nominada “Glass Onion: A Knives Out Mystery” (“Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion”).
El vestíbulo se sentía bastante frío, pero al menos algunos llegaron preparados con capas: Rooney Mara tenía un abrigo rojo para usarlo sobre su vestido y Andrea Riseborough se puso una chaqueta de piel negra sobre su vestido rosa pálido, que usó hasta el final de la ceremonia.
En el bar, el nominado a mejor actor Paul Mescal hizo nuevos amigos. Mientras debatían si debían o no pedir tequila, un fan se acercó a Mescal en la fila para pedirle una foto. Mescal la tomó él mismo.
A unos metros de distancia, la directora de Mescal en “Aftersun”, Charlotte Wells, pasó la mayor parte de la ceremonia en el vestíbulo, bebiendo una cerveza.
En otro rincón, Rooney Mara conversó con su coprotagonista de “Women Talking” (“Ellas hablan”), Jessie Buckley. Y más allá, en un sofá al que era difícil acercarse, el director de “EO” de 84 años, Jerzy Skolimowski, estaba sentado solo comiendo palomitas de maíz y una mezcla de frutos secos disponibles para los invitados.
En el baño de damas, Yeoh y Sandra Oh iban saliendo del brazo, mientras que Florence Pugh se retrasó un poco. Necesitaba ayuda para secarse las manos con su voluminoso vestido.
“Estoy goteando, estoy goteando”, dijo entre risas, con los brazos extendidos frente a ella.
Momentos después, en el bar, Pugh se sentó junto a Cara Delevingne, ambas con vestidos con caudas que se extendían varios metros detrás de ellas, mientras susurraban. El regreso a la sala no fue tan sencillo como podrían haber anticipado.
“Seguirnos nos lleva unos 10 minutos”, dijo Pugh.
A medida que avanza la noche, el vestíbulo se vuelve un poco más brillante, pues más y más ganadores salen con más y más premios Oscar en la mano, pero también se vuelve menos estelar a medida que los nombres más importantes de la noche regresan a la sala para las categorías finales.
Algunos, hambrientos por la larga ceremonia, aprovecharon las “cajas de bocadillos” que había debajo de cada asiento. Las cajas tenían un pretzel, una botella de agua y varios tipos de golosinas de cine como chocolates.
Durante uno de los últimos cortes, la actriz Kerry Condon abrazó a los directores de “Everything Everywhere All At Once”, Daniel Kwan y Daniel Scheinert, cuando regresaban a la sala, con el Oscar al mejor guion original en la mano, mientras Michelle Williams estiraba las piernas a unos metros de distancia.
Michelle Yeoh fue una de las que no tuvo tiempo de regresar a su butaca después de ganar el premio a la mejor actriz y con el anuncio de Harrison Ford de que “Everything Everywhere All At Once” había ganado el premio a la mejor película. Yeoh tuvo que salir de entre bambalinas hacia el escenario para unirse a su elenco y equipo a celebrar el último premio de la noche.
Muchos optaron por quedarse un rato en el Teatro Dolby, pero otros estaban ansiosos por pasar al Baile de los Gobernadores, la fiesta de Vanity Fair y otras citas a las que no se invita a la prensa ni a los fotógrafos. Para las estrellas los Oscar suelen ser sólo la primera parada de una larga noche.