ATLANTIC CITY, Nueva Jersey, E.U.— Cuando era estudiante de último año de secundaria, Nick fue bendecido con un tiro preciso desde la línea de tres puntos —algo que no tardó en monetizar.
Él y sus compañeros de clase de deportes no lejos de Jersey Shore competían para ver quién podía lograr la mayor cantidad de encestes, a 5 o 10 dólares cada uno.
‘Eso le daba una dinámica diferente al día, un cierto nivel de emoción’, dijo Nick. ‘Poco sabía sobre lo lejos que llegaría eso’.
Poco después, apostaba sumas impactantes de dinero en deportes que le costaron más de 700.000 dólares en la última década. Tocó fondo el año pasado cuando robó 35.000 dólares de su lugar de trabajo y los apostó en partidos internacionales de tenis y fútbol —deportes de los que admitió no saber nada.
Apostar ahora es más fácil que nunca para los adultos —y los niños—, y hay un movimiento creciente en Estados Unidos para ofrecer cursos de educación sobre la ludopatía o juego compulsivo en las escuelas públicas para enseñar a los adolescentes con qué facilidad y rapidez las cosas pueden salir mal al apostar.
Es una tendencia que Nick desearía que hubiera existido cuando su hábito al juego se arraigó en la escuela secundaria y lo llevó por el camino de la ruina financiera. Pidió no ser identificado por su nombre completo porque tiene cargos penales pendientes derivados de su adicción a las apuestas. El joven de 27 años planea buscar trabajo una vez que se resuelvan sus cargos y teme que la búsqueda de empleo sea aún más difícil si se le identifica públicamente como apostador compulsivo.
La rápida expansión de las apuestas deportivas legalizadas en 33 estados, con tres estados más próximamente, ha traído medidas diseñadas para evitar que los niños apuesten, incluida la confirmación de la edad y los controles de identidad. Pero los adolescentes pueden eludir las restricciones y hacer apuestas desde sus teléfonos al usar la cuenta de un padre o de otro familiar, o a través de sitios de apuestas no regulados fuera del país que pueden estar menos atentos a los controles de edad. Y algunos adolescentes sostienen partidas de póquer los fines de semana en que ganan o pierden cientos de dólares, a menudo con el dinero de sus padres.
Según el National Council on Problem Gambling (Consejo Nacional sobre Ludopatía), entre el 60% y el 80% de los estudiantes de secundaria dicen haber apostado por dinero durante el último año; de 4% a 6% de estos estudiantes se considera en riesgo de desarrollar un problema de juego.
Ahora, algunas autoridades estatales planean ofrecer educación en escuelas públicas sobre las apuestas. El esfuerzo está en sus inicios y los detalles de lo que se enseñará aún están por determinarse.
Virginia promulgó una ley el año pasado bajo la cual las escuelas deben ofrecer clases sobre el juego y su potencial adictivo. La Junta de Educación del estado todavía formula el plan de estudios y debe informar al gobierno estatal antes de que se ofrezcan las clases.
Otros estados también lo intentan, incluidos Nueva Jersey y Michigan. Una ley similar fracasó en Maryland y Virginia Occidental en años recientes, pero se espera que traten de nuevo.
La edad legal para apostar en muchos estados es de 21 años, pero en otros es de apenas 18.
Keith Whyte, director ejecutivo del consejo de ludopatía, conversó recientemente con un grupo de 40 estudiantes de secundaria en Virginia.
‘Cada uno de ellos dijo que apostó o dijo que sus amigos apostaron’, reportó. ‘Casi todos ellos tenían aplicaciones de apuestas deportivas en sus teléfonos; algunas eran legales, pero la mayoría no lo era’.
Whyte dijo que la educación generalizada sobre los riesgos de apostar podría ser ‘comparable a la reducción drástica de muertes por conducir ebrio cuando se generalizó la educación sobre beber y conducir’.
Teresa Svincek es maestra en una escuela suburbana de Maryland en las afueras de Washington, donde muchos de sus alumnos están ‘muy involucrados en las apuestas deportivas’ y los juegos de póquer semanales.
‘Se ríen de perder cientos de dólares durante un fin de semana’, dijo. ‘Cuando tenía su edad, estaba ocupada trabajando para ganar dinero, y lo que ellos pierden durante un fin de semana era lo que yo ganaba en un mes. Creo que estos chicos son la futura punta del iceberg’.
Las apuestas hechas por adolescentes pueden tomar otras formas también. Las llamadas ‘cajas de botín’ en juegos en línea ofrecen premios a los jugadores, pero tienen que gastar dinero real para obtener las recompensas. Comprar ‘tokens’ (monedas o cosas simbólicas) u otros equipos de juego ha sido un elemento fijo de los videojuegos en línea durante años, dijo Whyte, y puede hacer que los niños normalicen la idea de gastar dinero a fin de ‘ganar’ algo.
Dan Trolaro, vicepresidente de prevención de EPIC Risk Management (Manejo de Riesgo EPIC) y jugador compulsivo rehabilitado, dijo que el apostar es el siguiente problema lógico que se debe abordar en las aulas.
‘Educamos muy bien sobre el alcohol, sobre las sustancias (prohibidas), sobre el peligro de los desconocidos, sobre la cannabis’, dijo. ‘Pero no hacemos nada en torno a las apuestas’.
Bryan Simonaire, senador del estado de Maryland, ha intentado dos veces en los últimos años aprobar un proyecto de ley de educación sobre el juego, sin éxito.
‘Hemos estado expandiendo las apuestas en Maryland y las escuelas recibieron dinero extra para la educación’, dijo Simonaire. ‘Me acerqué a ellos y les dije: ‘Sí, obtuvieron el dinero del juego, pero también tienen la responsabilidad de ayudar a aquellos que se volverán adictos a las apuestas”.
El padre de Simonaire murió sin un centavo después de despilfarrar el dinero en apuestas cerca de su casa en Arizona.
La American Gaming Association (Asociación de Apuestas de Estados Unidos), la asociación nacional para la industria de los casinos comerciales, adoptó recientemente un código de conducta publicitario. Su objetivo es asegurarse de que los anuncios de apuestas no aparezcan en lugares donde probablemente sean vistos o leídos principalmente por niños. Pero las restricciones sólo llegan hasta cierto punto, pues los menores simplemente pueden usar las cuentas de sus padres para apostar.
El dinero que ganó Nick con tiros de tres puntos en su clase de deportes de Nueva Jersey pronto se convirtió en un hábito de juego de 300 a 500 dólares por semana.
Su primera apuesta grande fue en la final de la NBA de 2013, cuando perdió 200 dólares por respaldar a los Spurs de San Antonio en una apuesta con un amigo.
‘Incluso en ese momento, había esta persecución involucrada: Si tan solo pudiera recuperar esos 200 dólares, o ¿qué tan genial sería si pudiera ganar 300 dólares en la siguiente apuesta?’, dijo. ‘Quieres recuperar lo que perdiste’.
Recién salido de la escuela secundaria, Nick apostaba grandes sumas con corredores de apuestas.
En julio pasado, cuando trabajaba en un negocio que vendía tarjetas deportivas coleccionables de alto valor, Nick recibió un pago de 35.000 dólares de un cliente y lo perdió en un fin de semana de apuestas, principalmente en partidos de tenis y fútbol en el extranjero, ‘cosas de las que no sabía nada’. Se lo confesó a su jefe, quien llamó a la policía y Nick fue acusado de robo. Espera que el cargo sea borrado de sus antecedentes penales a través de un programa de intervención previa al juicio para delincuentes no violentos.
Nick cree que haber recibido algún tipo de educación sobre el juego en la escuela secundaria habría marcado una gran diferencia en su vida.
‘No podía ver que estaba en un ciclo que comenzó a una edad temprana’, dijo. ‘Podría haber sido más consciente de cuánto dinero gastaba diariamente y de lo que me estaba haciendo a mí mismo’.