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‘Yo sobreviví al Covid-19; me iban a intubar’

'Mi historia es la de una persona que se cuidó mucho, que siguió todas las recomendaciones de sanidad y, a pesar de todo, se contagió de Covid-19'

Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Tengo 55 años y varios padecimientos a los que los médicos se refieren como comorbilidades, entre ellos diabetes e hipertensión.

Mi historia es la de una persona que se cuidó mucho, que siguió todas las recomendaciones de sanidad y, a pesar de todo, se contagió de Covid-19.

Vivo en León. El viernes 26 de junio de camino a mi oficina para recoger un equipo (trabajo en casa desde el 21 de marzo), un camión se me estrelló en la cajuela y ahí empezó todo. Tuve contacto con el chofer del camión, con 3 policías y con el ajustador del seguro. Mi neumólogo y yo creemos que uno de los policías me contagió, por su contacto con mucha gente y porque no usan cubrebocas.

El Covid-19 se asemeja a un tsunami, el cual empieza con olas moderadas y poco a poco el oleaje se intensifica. Al final, las olas son tan grandes y tan poderosas que se llevan hasta los cimientos de las casas.

En mi tsunami personal, los síntomas empezaron con una fiebre moderada, un dolor de cabeza moderado, sin tos, con diarrea y con un dolor muscular y dificultad leve para poder respirar. Al sexto día se confirmó el diagnóstico: “tienes neumonía y estás contagiado de Covid-19”.

El médico me prescribió el uso de oxígeno y algunos medicamentos. Conseguirlos fue toda una odisea. La cantidad de personas contagiadas es tan grande, que todos los servicios e insumos están agotados.

El lunes 6 de julio, solo un día después de haberme internado, mi médico me informó que, ante mi gravedad, me iba a intubar y conectar a un ventilador mecánico. Esa noticia es una de las más devastadoras que me han dado en mi vida, sabía que iba a entrar a terapia intensiva, pero no había garantías de salir vivo de ahí.

En este lapso mi familia hizo hasta lo imposible por conseguir un donador de plasma, el cual estuviera recientemente recuperado de Covid-19. Al final lo lograron. Esa fue una transfusión de vida.

Una vez que me fue retirado el ventilador mecánico, y al salir de mi inconsciencia, empezó la segunda parte de la mayor pesadilla. En ese momento descubrí, con toda su brutalidad, lo que el Covid-19 provoca en un ser humano. Lo primero que advertí fue la increíble dificultad para respirar, es como si un elefante se subiera con sus dos patas delanteras encima de tu pecho, cada inhalación es una lucha increíble.

La debilidad es extrema. El hablar, ver, escuchar y hasta pensar se ven totalmente alterados; el gusto y el olfato, en mi caso, se volvieron un suplicio, durante días tuve un sabor metálico dulzón que resultaba insoportable. Y por último el dolor: me dolía todo el cuerpo. No exagero si les digo que hasta el pelo me dolía intensamente.

Gracias a mis médicos y a mi amada familia, mi recuperación fue muy rápida y afortunadamente puedo escribir estas líneas. Fui dado de alta del hospital el 15 de julio.

¿Por qué hago esto? Lo que quiero con este mensaje no es provocarles miedo, tampoco terror, lo que quiero es provocarles pánico. Este enemigo es tan chiquito que ni siquiera te da la oportunidad de verlo, pero les aseguro que es tan letal y despiadado como el peor asesino serial de la historia. Sí la gente supiera lo que se siente padecer esta terrible enfermedad, se cuidarían mucho más.

¿Qué aprendí?

-Aprendí que nada es nuestro, que lo único que nos pertenece es nuestra vida y que perderla es muy fácil.

– Aprendí a respetar aún más a los médicos y al personal de los hospitales. Gracias al Dr. Edgar Zozoaga, el mejor neumólogo de México.

– Y lo más importante: mi familia, ellos son el motor que me impulsó a luchar intensamente.

Por último, una súplica, si no puede quedarse en casa porque se tiene que ganar la vida, hágalo, pero hágalo con estrictas medidas de higiene y seguridad física: use guantes, cubrebocas y careta, no importa que le digan que exagera, su vida vale más que eso. Si en cambio se puede quedar en casa, no lo piense, lo que yo viví, se lo aseguro, usted no lo quiere vivir ni por un segundo.

Estuve a punto de perder la vida, afortunadamente salí adelante y me sigo recuperando de las secuelas que dejó el Covid-19 en mi cuerpo. De lo que estoy seguro es de que la vida es muy bella y merece la pena vivirla intensamente.

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