SEDAVÍ, España.- Cuando el nivel del agua empezó a subir, Francisco Murgui salió a intentar salvar su motocicleta.
Nunca regresó.
Una semana después de las inundaciones catastróficas que devastaron al este de España, María Murgui aún conserva la esperanza de que su padre esté con vida.
“Salió, pues como la mayoría de gente de las poblaciones afectadas, a coger su moto o su coche”, dijo la joven de 27 años a The Associated Press. “Lo pilló la riada fuera y al final se tuvo que coger a un árbol porque tenía que salvarse. Y nos llamó diciendo eso, que estaba bien, que estaba en un árbol, que no nos preocupáramos”.
Pero cuando María salió a las calles de Sedaví para tratar de rescatarlo del agua que arrasaba todo a su paso, no pudo encontrarlo por ningún lado.
“Hasta la 1 de la mañana aguantó”, dijo ella. “A las 2 de la mañana yo salí a buscarlo con un vecino que me acompañó con una cuerda. Pero no sabemos nada, no lo encontramos”.
Las autoridades españolas emitieron el martes su primer recuento de los desaparecidos, y un tribunal de Valencia confirmó que hay 89 personas que aún no han sido localizadas.
La cifra solo corresponde a la región oriental de Valencia, donde se registraron 211 de las 217 muertes confirmadas después de que comunidades enteras quedaron devastadas por inundaciones súbitas el 29 y 30 de octubre. El diluvio tomó a la mayoría de la población por sorpresa. Las autoridades regionales han recibido fuertes críticas por haber enviado alertas vía celular unas dos horas después de que comenzó el desastre.
El Tribunal Superior de Justicia de Valencia dijo que la cifra se basaba en los casos en que las familias habían proporcionado información y muestras biológicas de sus seres queridos no localizados. Añadió que fácilmente podría haber más personas desaparecidas cuyos familiares no han presentado un reporte formal ante las autoridades.
El tribunal dijo que 133 de los fallecidos fueron identificados mediante huellas dactilares o muestras de ADN. Otros 62 cuerpos siguen sin ser identificados.
La televisora estatal RTVE transmite constantemente llamados de residentes que buscan a sus familiares desaparecidos.
La propia María Murgui ha publicado en redes sociales una foto de su padre, un jubilado de 57 años.
“Es como montar en una montaña rusa. A veces bien, a veces mal (…) porque quieres ser positiva”, dijo. “Esto está siendo una verdadera locura. No sabemos mucho ya qué hacer, nadie del pueblo”.
Gobierno central aprueba paquete de ayuda
En tanto, los enormes esfuerzos de recuperación en Sedaví y decenas de comunidades avanzan lentamente.
El gobierno central aprobó el martes un paquete de ayuda de 10.600 millones de euros (11.600 millones de dólares) para 78 comunidades donde al menos una persona ha muerto a causa de las inundaciones. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, lo comparó con las medidas que se implementaron durante la pandemia de COVID-19.
El paquete incluye pagos directos de entre 20.000 y 60.000 euros para los propietarios de viviendas dañadas, entre otras ayudas económicas para empresas y gobiernos municipales.
“Tenemos mucho trabajo por hacer, y lo sabemos”, dijo Sánchez.
Sánchez dijo que pedirá el apoyo de la Unión Europea para ayudar a pagar la ayuda, asegurando que “es hora de que la Unión Europea ayude”.
Residentes siguen sin productos básicos en medio de la devastación
Las inundaciones han dejado escenas postapocalípticas.
En un poblado tras otro, las calles siguen cubiertas de un espeso y maloliente fango marrón y montones de pertenencias arruinadas, masas de vegetación podrida y vehículos destrozados.
En muchos lugares, la población aún sufre la escasez de productos básicos y se forman largas filas en cocinas de emergencia improvisadas y puestos que reparten comida. Se restableció el servicio de agua corriente, pero las autoridades dicen que no es apta para beber.
Los pisos bajos de miles de hogares han quedado arruinados. Se teme que dentro de algunos de los vehículos que el agua arrastró o atrapó en garajes subterráneos pueda haber más cuerpos esperando a ser recuperados.
Miles de soldados trabajan con bomberos y refuerzos policiales en la inmensa operación de emergencia. Agentes y militares inspeccionan hogares destruidos, y dentro de los innumerables vehículos que han quedado esparcidos por autopistas y calles o atrapados en el fango en canales y barrancos.
A las autoridades les preocupan otros problemas de salud que podrían surgir como consecuencia del peor desastre natual en la historia reciente de España. Han instado a la población a vacunarse contra el tétanos, a tratar cualquier herida para prevenir infecciones y limpiarse el fango de la piel. Muchas personas llevan mascarillas.
Miles de voluntarios están ayudando. Pero la frustración ante la gestión de la crisis se desbordó el domingo cuando una multitud en Paiporta, una localidad muy afectada, lanzó barro y otros objetos a los reyes, a Sánchez y a otros funcionarios regionales durante su primera visita al epicentro de la catástrofe.