Nuevo Laredo, Tam .— Hace un año, la tranquilidad de la Colonia Manuel Cavazos Lerma se vio trastornada por un acto de violencia que aún resuena en la memoria de quienes lo presenciaron.
La madrugada de ese domingo 26 de febrero, en el cruce de las calles Méndez y Huasteca, siete jóvenes fueron brutalmente acribillados por personal militar, encabezados por el capitán Elio Conde Toledano. Cinco de ellos perdieron la vida en el lugar, mientras que uno resultó gravemente herido y otro, aunque sobrevivió, quedó marcado por secuelas psicológicas imborrables.
Entre las víctimas están Gustavo Ángel Suarez Castillo, Gustavo Pérez Benítez, Wilberto Mata Estrada, Jonathan Aguilar Sánchez y Alejandro Trujillo Rocha, cuyos nombres hoy resuenan con dolor en los corazones de sus seres queridos. Sobrevivieron Luis Gerardo, herido de gravedad y Alejandro Pérez Benítez, quien resultó ileso, aunque vio morir a su hermano.
Los relatos de los testigos, como el de Doña Sara, residente de la zona, pintan un cuadro desgarrador de esa fatídica noche.
“Solo podía escuchar los lamentos de los jóvenes heridos en el ataque”, señaló Doña Sara, quien desde el interior de su hogar fue testigo del horror desatado en la esquina de su casa. “Carnalito, déjame ayudar a mi hermanito, él no tiene nada que ver, él es ciudadano americano”, recordó entre lágrimas, describiendo los desgarradores momentos en los que las voces agonizantes clamaban por auxilio.
Elizabeth Sánchez, madre de Jonathan, y María Ramos, madre de Luis Gerardo, sobreviviente herido, exigen justicia para sus hijos y para todas las víctimas de esta tragedia injustificada. Jennifer Castillo, madre de Gustavo Ángel Suarez Castillo, un joven norteamericano que encontró su trágico final en suelo mexicano, clama por respuestas y por el esclarecimiento de lo sucedido esa fatídica noche.
Uno de los sobrevivientes, Alejandro Pérez Benítez, con apenas 21 años de edad, carga con el peso de haber presenciado la masacre que arrebató la vida de sus amigos y dejó marcada su existencia para siempre. Su relato, aunque lleno de dolor y trauma, es un testimonio vivo de la brutalidad con la que fueron atacados aquel trágico día.
En la declaración que rindió ante la Fiscalía General de la Republica, indicó que él, su hermano Gustavo y cinco amigos más habían ido a divertirse a un centro nocturno y ya iban a sus domicilios cuando él personas militar disparó decenas de veces en forma directa hacia la camioneta pick-up doble cabina en la que viajaban.
A un año de distancia, la búsqueda de justicia sigue siendo una tarea pendiente para estas familias. A día de hoy, solo cuatro militares se encuentran detenidos, mientras que el capitán Elio Conde Toledano y otros dieciséis soldados más permanecen libres de cargos según la Fiscalía General de la República.
La falta de respuestas y la impunidad reinante en este caso han avivado la indignación de los vecinos y familiares, quienes insisten en que los jóvenes no representaban ninguna amenaza y que el uso desproporcionado de la fuerza por parte de los militares no tiene justificación alguna. Además, los testimonios señalan que los militares impidieron la llegada de servicios de emergencia y amenazaron a quienes intentaban auxiliar a las víctimas.
A un año de distancia, las heridas siguen abiertas y la exigencia de justicia resuena con más fuerza que nunca en la Colonia Cavazos Lerma y en Nuevo Laredo. Las víctimas merecen verdad, reparación y el castigo a los responsables de tan atroz acto de violencia que dejó cicatrices imborrables en sus familiares.
