El Dólar
Compra:
$16.20
Venta:
$17.20

Tiempos cambiados

Hace unos cuantos días escuché en la cuadra de la casa que unos niños contaban “1, 2, 3… 9, 10”, seguido de un “ahí voooy”, por lo que me llamó la atención y salí a investigar y resulta que eran unos vecinos que estaban jugando a las “escondidillas”. Confieso que me dio cierta emoción, porque ya tenía mucho que no veía a chamacos participar en ese juego de antaño. Me quedé viéndolos un rato, incluso divirtiéndome viendo cómo se escondían para que quien estaba en turno contando no los hallara, lo mismo que viendo cómo eran detectados. Me remonté a mi niñez cuando en mi viejo barrio, del que por cierto ya no quedan ni vestigios, jugaba junto con mis vecinos no solo a las “escondidillas”, sino al “voto”, los “cinco pocitos”, la “cazadora”, el “bebeleche”, el “pin-pón”, las “veras”, el “fut” y muchos otros juegos, que nos hacían estar sanos, pues de tanto correr no estábamos gordos ni obesos, y eso que comíamos como vikingos. Los juegos los practicábamos en la calle, en medio de charcos y pozos, porque en ese entonces la gran mayoría de las calles de barrios no estaban pavimentadas. Algunos andábamos hasta descalzos, pisando cadillos entre las hierbas, los cuales te quitabas con el otro pie, y a seguir corriendo, porque todo era correr. Levantábamos las llantas usadas que se tiraban en los montes, y las íbamos rodando por la calle, haciendo todo tipo de peripecias con ellas. Nos divertíamos a lo grande, y sanamente. Comprábamos una coca familiar entre todos y le tomábamos todos directamente del pico de la botella, y no pasaba nada, no nos enfermábamos ni nos daba asco, ni le teníamos miedo a la diabetes. Cuando no había dinero tomábamos agua directa de la manguera de la casa de cualquiera de nosotros, y tampoco nos preocupábamos por parásitos y gérmenes. De todo hacíamos juego, incluso cuando empezaron a meter las redes de drenaje porque ya iban a pavimentar una de las calles, las usamos como trincheras, jugando a los soldados con palos que aventaban ligas y que para nosotros eran carabinas. Así era como nos divertíamos antes. Y aunque ya había video-juegos, pues estaba el Atari, la verdad es que no era tan atractivo como andar en la calle corriendo, e incluso también jugando a las comiditas con las vecinitas, donde por lo regular las dejábamos refunfuñando porque nada más íbamos a engullirnos las galletitas y frituras que servían como comida. Todo esto nada tiene que ver con la forma en que ahora se divierte la gran mayoría de los chamacos, que es con los mentados video-juegos, mismos que cada vez son más exagerados, más realistas, y sobre todo más caros. Como padres cometemos el error de comprarles esos juegos, “para que no molesten”, lo que genera que los chamacos se pasen horas y horas sentados frente a la consola y el televisor jugando a matar gente, a hacer maldades y a destruir enemigos ficticios; los video-juegos los están haciendo bélicos, salvajes, abusivos e incluso hasta asesinos. Y luego nos quejamos de porqué hay tanta maldad en el mundo. Además el estar sentados, en esa rutina sedimentaria, le está causando enfermedades, empezando por la obesidad y el sobrepeso, que tanto afecta a nuestra niñez y juventud, pero también se están quedando ciegos, de tanto encandilarse con la pantalla de la televisión. Se están haciendo adictos también, adictos al juego, a estar comiendo y bebiendo mientras juegan, y esas adicciones más tarde los llevarán a otras más graves, como lo es la adicción a las drogas. Pero sobre todo se están haciendo malos con tanta violencia que transmiten esos juegos. Pero lo peor del caso es que nadie hace nada para evitarlo. La mayoría de los padres lo permitimos porque “nos conviene” (así, entre comillas), aún cuando todas estas acciones nos perjudiquen como sociedad en común. Nadie está haciendo nada para evitarlo, y eso es lamentable. Yo recuerdo que antes mi madre iba por mí a la calle para que ya me metiera a la casa tras pasármela jugando, y hoy en día hay quienes quieren que los hijos salgan a la calle para que jueguen, pero estos están ensimismados en la televisión.
Por lo tanto no cabe duda que los tiempos cambian, y cambian mucho, tanto que lo que antes estaba mal hoy está bien, y viceversa. Lo malo es que cada vez nos hundimos más.

Concebido como una nueva plataforma tecnológica de impacto regional, Lider Web trasciende más allá de lo tradicional al no ser únicamente una nueva página de internet, sino más bien un portal con información al día que integra a los diferentes medios que conforman El Grande Editorial: Líder Web y Líder Tv

Contactanos:
Tel: (867) 711 2222
Email: editor.liderweb@gmail.com

Social

805 Follows