Para el buen funcionamiento del desarrollo económico, se requiere contar principalmente con varias herramientas de carácter estructural, que sobra decir son básicas, una el financiamiento, otra una política pública integral, que incluya el total de los componentes del aparato productivo nacional, y sus vías de conexión y complementación con los mercados globales.
Esto, no es tan solo teoría organizacional y metodología de funciones, es y con mucho, estrategia de un bien vertebrado programa de gobierno nacional, con la vista puesta en el futuro de mediano y largo plazo. Son estas, ante todo, tácticas específicas para cada línea productiva de la economía nacional, capaces todas, de reproducirse y permanecer en operación durante años, más allá de los tiempos que establecen las luchas políticas, intestinas y pervertidas que genera la lucha por el poder.
¿Cuándo este país tuvo sus mejores épocas de crecimiento económico y desarrollo social?, después o como consecuencia de las acciones de pacificación pre-revolucionarias y pos-revolucionarias. En tiempos de Don Porfirio Díaz, el crecimiento económico se dio sin empatarse con el desarrollo social, lo que dio a los ideólogos, inconformes políticos y adversarios del régimen de gobierno porfirista, la oportunidad de luchar contra el establishment de aquel entonces.
Después de la Revolución y como consecuencia de la constitución de 2017, y el posterior proceso de pacificación del obregonismo, se pudo equilibrar el creciente desarrollo económico con el progresivo bienestar social de la población. Fue entonces, en ese segundo períodos de tiempo, que se formaron las instituciones y se consolidó la república; casi al parejo del proceso de industrialización nacional, producto de la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo y hasta la fecha, el sistema bancario y financiero nacional, no ha podido consolidar un esquema de consumo interno, respaldado por el crédito productivo a tasas competitivas. También es innegable que los gobiernos posrevolucionarios (cualquiera que sea su origen partidista), han podido establecer una política pública o de Estado, de largo alcance para fomentar y crear una cultura del crédito y la productividad laboral y empresarial, cuidada, responsable y cumplida que aliente la capacidad de compra de las personas.
Es cierto, por otra parte, que tanto las políticas monetarias y las estrategias de desarrollo financiero, no han podido expandir el mercado bursátil y el crédito a largo plazo, en apoyo al crecimiento y sano desarrollo del sector productivo nacional. Mire usted, amigo lector, le comparto el reciente editorial de la revista AirBusiness, que ayuda en mucho a entender las tres razones principales por las que el sistema bancario nacional, no ha podido asumir en su totalidad el papel de motor del desarrollo económico nacional, de manera sostenida.
Primera: Porque las empresas prefieren utilizar como fuente de financiamiento a los proveedores de mercancías, pues les resulta una vía, que aunque a corto plazo, pero más fácil y sin costos agregados a su operación mercantil.
Segunda: Porque consideran que el crédito es caro y complicado en su tramitación, con pocas probabilidades de éxito. Además de generador de obligaciones de pago a corto plazo que impacta en su formación de flujos y disponibilidad de efectivo.
Tercera: Porque debido a la exigencia de garantías, las empresas medianas y pequeñas particularmente, tienen que comprometer patrimonios personales o familiares, avales, o incrementos de capital con cargo a los socios y propietarios.Adicionado todo esto, a la aparente fragilidad de la economía nacional, hoy por fortuna, cada vez menos presente a consecuencia de los compromisos reales del gobierno de la república con la macroeconomía.
GRACIAS POR SU TIEMPO.
