Déjeme amigo lector, recurrir nuevamente a lo escrito por el mejor y más juicioso observador del acontecer nacional, José Elías Romero Apis, experimentado constitucionalista, autor de libros que son textos obligados en las mejores escuelas de leyes y ciencias políticas del país. Quien hace apenas unos días publicó en el periódico Excélsior de la Ciudad de México, un provechoso documento, aseado y rico en contenido histórico reciente (referido a los pasados 40 años mexicanos).
Escribe el Dr. Romero Apis, en el documento en mención, que los mexicanos hemos pasados por tan penosos descalabros económicos y sociales en las pasadas décadas, que somos incapaces de aceptar los logros obtenidos recientemente, merced a la estabilidad económica (macroeconomía), alcanzada desde mediados y fines del sexenio de Ernesto Zedillo, y hasta la fecha (segunda mitad de Enrique Peña Nieto e incluidos los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón).
Los traumas causados por las devaluaciones y el desastre petrolero, a fines de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, Salinas de Gortari y principios del presidente Zedillo fueron tan intensos y devastadores, que acabaron o pusieron en peligro de extinción a las clases medias mexicanas, formadas por los largos períodos de estabilidad económica, cambiaria, de crecimiento y confort mexicanos (desarrollo estabilizador), de los anteriores regímenes de la Revolución mexicana.
Después de esa amarga y terrible época y hasta hace bien poco (casi 18 años), han prevalecido y crecido las tendencias federales hacia el orden y el mejor manejo de las finanzas públicas. Atrás ha ido quedando, poco a poco pero de manera consistente y sostenida, el reinado del subempleo, la informalidad, el subdesarrollo y el déficit presupuestal. Sin duda, avanzados y seguros precursores de la pobreza, la violencia y la marginación social.
El orden monetario nacional y financiero de los últimos lustros mexicanos, fueron y son ejemplo en toda América (incluido Estados Unidos), Europa y Asia continental, la del subdesarrollo me refiero. Sin embargo, el temor, la desconfianza y el enojo social siguen estando presentes en todo el país, por considerar que 18 años de estabilidad y crecimiento, son muchos y es poco el bienestar social alcanzado. La herida sin duda fue profunda, no termina de cerrar, la sociedad entera no se atreve aún a levantar la cabeza y mirar con optimismo hacia el futuro.
La supuración y transpiración virulenta y pestilente del pasado han sido la base y crecimiento de una sociedad malhumorada, cuya expresión se manifiesta en un contexto democrático insano, reactiva al menor y por supuesto, al mayor escándalo difundido en voz baja o públicamente. Una sociedad proclive a creer más en lo malo que en lo bueno, una sociedad irreflexiva, sin esperanza y animada aún por el coraje que deja la insatisfacción y el descaro de los abusos. En suma lo que ahora se etiqueta como mal humor social.
Un estado social inseguro y temeroso de todo, harto de sí mismo, de todo y de todos, incapaz de tocar fondo e iniciar su recomposición, su camino hacia un santuario feliz y prometedor para quienes vienen atrás. Expuesto cada vez más, a la manipulación de falsos profetas, de los agoreros del retroceso y la incitación a la nefasta aventura de volver a vivir lo ya mal vivido. Un estado social vulnerable e indefenso, dispuesto a creer cualquier cosa, lo que sea, menos lo que requiere esfuerzo, paciencia, prudencia, ánimo de progreso, sacrificio y perseverancia.
Vale y mucho, luego entonces amigo lector, leer a Romero Apis, no tan solo por esta ocasión, su obra y su pensamiento filosófico son de gran estima individual y social, hágalo y seguro encontrará un mejor espacio de comprensión y salud social.
GRACIAS POR SU TIEMPO.