Vaya momentos tan incierto que están viviendo millones de ciudadanos del centro y sur del país, tras dos grandes sismos que sacudieron la realidad cotidiana, sepultando sueños, colapsando individualidades, cimbrando emociones, derrumbando fobias, sacando de entre los escombros el buen ser humano que todavía habita en cada mexicano; nuevamente estamos convocados a reinventarnos como sociedad, invitados para aprovechar esta oportunidad de ser mejores, más sensibles pero más unidos: reconstruyamos con energía a México.
Este amargo capítulo por el que está pasando el país, todavía no termina; pasaran las semanas y quizás hasta años para recuperar el camino que como nación habíamos tomado. En ese sentido, entre todos los daños, se tendrá que evaluar en muy corto plazo cada uno de los sectores que jugaron un papel predominante en las dos tragedias que sufrieron Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Ciudad de México, Puebla, Morelos, Estado de México y hasta en Guerrero. Sin duda alguna la iniciativa privada hará lo propio, por ser un sector que privilegia la estadística; obligados estarán los gobiernos que tendrán que observar cómo se impactaron en los indicadores y en lo que les faltó para afrontar estos fenómenos naturales; pero la sociedad civil organizada no se puede dar el lujo de olvidar darle una puntual evaluación, pues ésta marcó un parangón en 1985 al provocar el nacimiento de Protección Civil.
En ese contexto, el terremoto de 1985 que principalmente afligió a la Ciudad de México, Michoacán, Guerrero y Colima, a diferencia de los dos sismos de este trágico septiembre de 2017, aun dentro de la complejidad del caos, el país se mantuvo en plena movilidad, comunicado e incluso hasta energizado.
En 1985 eran los tiempos de la intocable Compañía Fuerza y Luz del Centro que tuvieron que entrar en una ríspida relación con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que después de una semana pudieran restablecer 90 por ciento de la energía eléctrica de las zonas. Mientras que la empresa paraestatal Teléfonos de México una semana después pudo recuperar el servicio de telefonía nacional de larga distancia nacional solo 10 por ciento, por lo que la ciudadanía se tenía que comunicar con la Ciudad de México a través de radios de banda corta.
En 2017 ahora con un solo distribuidor de luz –todavía, pues entrarán otros más- la CFE restableció 73 por ciento de la energía eléctrica en las zonas afectadas el mismo martes. Mientras que la telefonía fija de compañías como TELMEX, IZZI, ATT, entre otras, recuperaron el servicio en las siguientes tres horas después del sismo; ni que decir de las empresas que ofrecen telefonía celular que regresaron a la normalidad tras el colapso por tanto tráfico de llamadas, casi sin tener nada de interrupción el internet en los equipos inteligentes.
Mención aparte merece el abasto de gasolinas, en 1985 hasta se provocaron compras de pánico en todo México; ahora en 2017 organizaciones como ONEXPO y las nuevas compañías gasolineras se sumaron a las labores de ayuda. Sin duda, hemos avanzado como nación. ¿Usted qué opina? www.daviddorantes.mx
