Tuve la suerte de ver actuar dos veces al comediante Jesús Martínez “Palillo”, en la década de los años ochenta, del siglo pasado. La primera vez fue en Nuevo Laredo y la segunda en la Ciudad de México.
A Palillo le encantaba la sátira política. Hacia blanco de sus chistes y bromas al Presidente de la República en turno y a los anteriores. No los bajaba de rateros, cínicos, represores. La gente se desternillaba de risa con sus improvisaciones y ocurrencias. Estaba al tanto de las noticias políticas y las usaba para hacerlas coincidir con sus comentarios ácidos.
En esas dos presentaciones, don Jesús actuó a pierna ancha. Atrás habían quedado los días en que actuaba con un amparo dentro de la bolsa, para evitar que lo detuviera la policía, por sus comentarios contra la clase política en el poder.
Y es que en los tiempos del PRI monolítico de los setentas para atrás, en México se era más papista que el Papa y no se permitían críticas abiertas ni al ejército ni al Presidente de la República. El que lo hacía sabía a qué atenerse. Y pocos corrían el riesgo.
En los ochentas, en Nuevo Laredo tuvo mucho éxito el cómico El Chato San Román, que utilizaba las noticias del día para hacer chistes en sus rutinas.
La sátira política se ha dado siempre. En plena intervención francesa, Vicente Riva Palacio compuso su célebre “Adiós mamá Carlota”. En los tiempos de Don Porfirio proliferaron los periódicos ridiculizándolo, entre ellos el Hijo del Ahuizote y todas sus derivaciones.
El Costeño, que ha estado varias veces en Nuevo Laredo, acaba de hacer mofa del Presidente Andrés López Obrador, de quien critica ver un lago donde no lo hay y no ver un cerro donde lo hay.
Los lopezobradoristas reaccionaron, como siempre, con odio y rencor, igual que lo hacían hace algunas décadas los seguidores del Ayatola Jomeni.
Son esos lopezobradoristas que en el sexenio de Peña Nieto se dieron vuelo criticándolo y haciendo mofa de todos sus errores, voluntarios e involuntarios, siempre bajo el argumento de que estaban haciendo uso de su libertad de expresión.
Son los mismos que hoy siguen haciendo mofa de Vicente Fox y Felipe Calderón, siempre explicando que ejercen su libertad de expresión.
El Presidente no se ha manifestado al respecto. Obviamente va a llamar conservador al Costeño, como lo hace con todos los que no coinciden con él.
Don Benito Juárez y Francisco Madero, a quienes el Presidente dice admirar, pero por lo visto no los conoce bien, se habrían comportado con ecuanimidad y respeto. Así lo hizo con Benito cuando Ignacio Ramírez lo criticó por reelegirse en 1871. Una actitud similar observó el señor Madero ante la mofa que la prensa hacía de su esposa Sara Madero, de quien se referían como “El Sarape de Madero”. Esos sí eran políticos de otro nivel.
