Una muestra que el ADN mundialista de México es combativo.
Siempre en la búsqueda de un estilo lo que sale a relucir es su forma de luchar, de entregarse, de correr cada tramo y como dicen por ahí, de sudar la camiseta.
México tuvo 90 minutos muy parejos por fin de un buen rendimiento. Más allá del penal de Polonia que ataja formidablemente Ochoa, el equipo europeo nunca tuvo la pelota, la presión de México tanto en la cancha como en la tribuna dejaron atónitos a los polacos. Eso sí, con un equipo que en la última jugada le faltó algo de claridad, algo de sentido para buscar más opciones, variables. Vega jugó un partido muy completo al igual que “El Chucky” pero les faltó un poco de tranquilidad para ser más resolutivos.
Un resultado que no refleja lo que pasó en la cancha. Habrá que ponerle mucha calma al análisis. Entender que el 9 se debe mover un poco más, que el acompañamiento de los medios deben probar también el recurso del disparo. Y en el caso de los centrales darse cuenta que esa pequeña desatención te pudo haber costado el juego.
Jorge Sanchez también debe de pesar más, interactuar más por ese carril como lo logró Jesus Gallardo. Por ahora habrá que descansar el alma, no perder la intensidad y que después de tener un buen partido no se caiga en la desesperación, ahora jugarás con un equipo que buscar proponer el partido, además muy desesperado por el marcador y la presión hacia la figura de Messi. Pero acá se debe ganar en confianza, el penal atajado a la gran figura de Polonia por Memo logrará darle ánimo a un injusto 0-0.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A un juego que tuvo que ganar la selección mexicana.