Hace ocho años Dios envió a pastorear su Iglesia al Papa Francisco. Para nadie es un secreto que fue una sorpresa para el mundo: un obispo residencial, jesuita, latinoamericano, hijo de migrantes, y, entre otras cosas, con edad de renunciar. Era un cardenal que con homilías contundentes levantaba la voz cuando hacía falta y que, a la vez, paseaba por las periferias de Buenos Aires, donde la gente le llamaba ‘padre Jorge’.
Estas cosas ya dicen mucho de quién el actual sucesor de san Pedro y ayudan a comprender el por qué de su particular estilo de ser Papa, que, con textos y gestos, anuncia el Evangelio a todo el mundo… pero de un modo distinto.
Texto
Por su propio modo de ser y, sobre todo, por su propia espiritualidad, Francisco trajo consigo un renovado lenguaje. Es decir, con palabras sencillas y llenas de frescura enseña la auténtica fe de la Iglesia Católica.
Esto se puede ver en sus homilías, discursos, catequesis y en sus preciosos documentos, que, muy a su estilo y con el Evangelio en la mano, muestran al mundo un modo renovado de concebir la alegría y la misión, la misericordia, el cuidado de la casa común, la familia y el discernimiento, el encuentro y la fraternidad.
Dicho de otro modo, con algunos de sus documentos, por ejemplo, con “Evangelii gaudium” (2013) nos muestra que con Jesucristo siempre nace y renace la alegría; con “Laudato si” (2015) denuncia el uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en la creación; con “Amoris lateitia” (2016) nos enseña que el amor humano auténticamente vivido nos remite directamente a Dios; con “Christus vivit” (2019) nos recuerda que, a pesar de la dificultad, Jesucristo siempre está acompañándonos; con “Fratelli tutti” (2021) recuerda al mundo que todos somos hermanos, con la misma dignidad y derechos, todos hijos de un mismo Padre.
Gesto
Este Papa dice y enseña, además de con palabras, con gestos. Así, desde su elección pidió al pueblo de Roma que lo bendijera; más adelante convocó un año dedicado a la misericordia y, con él, al perdón; cos sus múltiples viajes ha tocado diversidad de realidades complejas y claves de los cinco continentes (persecución, guerra, migración, diálogo interreligioso, ONU, etc.); con su intención de fidelidad al Evangelio ha impulsado una reforma en la Iglesia y hacia dentro del mismo Vaticano; con sencillez ha pedido disculpas cuando se ha equivocado; con valentía ha enfrentado la dificultad y el dolor por los abusos y escándalos de la Iglesia; con la entereza de un pastor ha salido a confortar a la Iglesia y al mundo azotado por la crisis del COVID19.
Balance
Con lo ya dicho se puede ver que el Papa Francisco es un obispo de “texto y gesto”. Un buen ejemplo para aquellos que se dedican al cuidado pastoral de la Iglesia (clérigos y laicos).
A la vez, se puede comprender por qué el Papa se permite proyectar y soñar una Iglesia distinta, “en salida, no autorreferente, una Iglesia que no pase lejos de las heridas del hombre, una Iglesia misericordiosa que anuncie el corazón de la revelación de Dios Amor que es la Misericordia”.
Hoy, en el octavo aniversario de la elección del Papa y en torno al “domingo de la Alegría”, he querido escribir esto aquí no como un informe de las acciones de Francisco (no incluyo ni la tercera parte), sino para conocerle y comprenderle, y, a la vez, dar gracias a Dios porque envía a su Iglesia pastores según su corazón.
No dejemos de rezar por el Papa y no dejemos de pedir a Dios que nos envíe más pastores sencillos… pero capaces de texto y gesto.
