No es colgarnos de la mofa, la intención de esta columna no es burlarse de la nueva goleada a Guillermo Ochoa en su carrera.
Seamos realistas: El tema debe pasar más por la toma de decisión y no por ser alguien que es un imán de la polémica.
El portero que ha asistido a cinco Copas del Mundo, que ha jugado en tres de las mejores cinco Ligas del planeta, genera una reflexión dividida.
Un lado de la historia es la tenacidad para seguir aventurándose en la etapa final de su carrera en Europa, así como tratar de estirar el sueño y dejar abierta la posibilidad de ir por una sexta Copa del Mundo.
La otra es la mala gestión de sus representantes y su toma de decisiones para irse a los peores equipos de cada Liga en el extranjero en la que juega.
Expuesto a ser goleado, por más atajadas que haga por partido, con un tremendo volumen de llegada a su marco. Por eso mismo, es increíble que —por más que quería dejar al América y a nuestro país (situación de vida que se entiende)— llama la atención por qué de nuevo no buscó mejores opciones.
No alcanzo a comprender el hecho de ser expuesto a un reto, en el que —más allá de los típicos reflectores, siendo uno de los mejores porteros en la historia de México— no trate de buscar proyectos que compitan por títulos, competencias europeas o estadísticas que pasen a un salón del orgullo y no de las máximas goleadas.
Ojo, no es una crítica de sillón, es una duda de fondo, para saber por qué opta por jugar en esos equipos, si es tan fuerte la razón de ir a jugar a ciudades tranquilas.
Que no lo pongan en la cotidianeidad de un país que lleva años debatiendo el tema sobre si “Paco Memo” Ochoa es el mejor portero que ha tenido México.
¡Bienvenidos, bienvenidos! Al día que le hicieron Ocho-A Memo.
@EnriqueVonBeas