El Dólar
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No quieren trabajar

Tenía 12 años de edad cuando entré a trabajar a un taller de forja, llevado por mi padre. Ahí tuve mi primer sueldo oficial que en aquel entonces, en 1985, era de 2 mil pesos. A los 13 años empecé a colaborar en el periódico El Diario, sacando para subsistir. Adicionalmente a los 14 años aprendí a medias el oficio de albañil, gracias a mi tío Pedro, que me lo enseñó realizando labores en su casa. Ya de grande y trabajando oficialmente como periodista, aprendí de plomería, lo que a decir verdad me encanta, y de hecho ante las recientes heladas en la ciudad yo mismo cambié toda la tubería que de agua que se averió. También me gusta la electricidad, a veces yo mismo pongo contactos y hago algunos arreglos en la casa, con las debidas medidas de seguridad. De mecánica he aprendido también, más que nada ante tanto carro que he tenido, y que de una u otra forma he ido sabiendo cuáles son las fallas que presentan. A la lista de oficios podría sumar el de amo de casa, pues también sé barrer, trapear y limpiar, pues siempre me ha gustado la limpieza, amén de lavar vasijas y cocinar, aunque esto último no es mi fuerte, pero no me muero de hambre. A lo largo de mi vida he aprendido de todo un poco, y sobre todo he aprendido a hacer las cosas con gusto. De hecho en casa todos ayudamos con la limpieza y demás menesteres. Todos, incluso un sobrino que vive con nosotros, y otro que los fines de semana se queda en casa, pues tanto mi esposa como yo hemos enseñado a los huercos las múltiples tareas, bajo la consabida cantaleta de “no sabes que mujer te va a tocar, y así al menos tú limpias y te haces de comer”. Cantaleta que a su vez siempre me espetó mi señora madre. Aparte como en casa somos puros varones, y nomás mi esposa es mujer, les he inculcado que todos debemos colaborar, y no cargarle la mano a ella, que de por sí hace mucho. Claro que a veces algunos chamacos se ponen rejegos por lo que hay que aplicar la mano dura y quitar canonjías. Basta con desconectar el Internet y bajarle al térmico de la luz, para que se pongan todos desesperados, y entonces sepan a la vez que uno está molesto con su falta de cooperación, y procedan entonces a ponerse a trabajar en los quehaceres domésticos, si es que quieren volver a gozar del Internet y sus jueguitos, donde la luz es elemental. Y es que hoy en día muchos chamacos no quieren hacer nada en casa, solo quieren estar jugando, pegados a la televisión o al telefonito, y de quehaceres nada. Se creen con el derecho de recibir todo y no dar nada a cambio. Y cuando los papás los regañan amenazan con irse de la casa. ¡Ja! Aún recuerdo la única vez que le dije a mamá que me iba de la casa porque ya no aguantaba su carrilla, me dijo “se quiere ir, ¡pues lárguese!”, e inmediatamente me sacó todas mis garras al patio, y me encaminó al portón. Aguanté un día fuera, en casa de amigos, pero como bien dice que el muerto y el arrimado a los tres días apestan, y en mi caso fue solo un día, al siguiente ya andaba pidiendo perdón a mamá por mis arrebatos. Y lo de los oficios aprendidos viene a colación, porque muchos chamacos no quieren hacer nada en casa, pero tampoco se quieren poner a trabajar para contribuir con los gastos. Y si quieren trabajar la quieren de jefes, no quieren empezar desde abajo como debe ser, como siempre ha sido, para aprender un oficio. De hecho hace poco platicaba con amigos en el sentido de que mucha gente diestra para diversos menesteres, se ha ido muriendo y se han estado llevando a la tumba sus secretos sobre la forma de trabajar, porque no han tenido pupilos a quienes pasarle la estafeta, una porque nadie quiere aprender, y otra porque los que quieren no les gusta que los regañen o les llamen la atención cuando están haciendo las cosas mal, pues como sabemos estamos en la generación de cristal, donde no le puedes ni gritar a alguien porque se indigna y te acusa de abusivo, cuando nosotros aprendimos a base de gritos, insultos y peor hasta de coscorrones, pero aprendimos. La verdad no sabemos a dónde vamos a llegar con esta generación, donde dicho sea de paso todos sueñan con ser famosos, con ser deportistas consagrados, artistas o mínimo tener una página con miles de seguidores, ser los mentados “influencers” y así poder comer donde quieran con solo subir a sus redes sociales un video dándole publicidad a un restaurante, o vestirse promocionando una tienda de ropa. Al paso que vamos en la siguiente generación vamos a tener pura gente de esta, y nos vamos a quedar sin médicos, maestros, abogados, arquitectos, ingeniero, y peor aun sin plomeros, albañiles, carpinteros, mecánicos y demás, todo porque simple y sencillamente, gran parte de los chamacos (por fortuna no todos) no quieren trabajar.

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