Jaime Rodríguez confirmó por qué lo apodan El Bronco, al proponer amputarle las manos al que robe, en cadena nacional, ante varios millones de televidentes, incluidos 3 millones que siguieron el debate presidencial a través de las redes sociales.
Esta barbaridad ha hecho que desde la noche misma del domingo por las redes sociales circulen una gran cantidad de memes que hacen mención a la desafortunada frase, y que sin embargo por el momento posiciona a El Bronco ante los electores.
De este primer debate cada quién puede decir lo que quiere, lo que le conviene, lo que le gusta. Por eso al terminar el debate los tres principales candidatos salieron a decir que habían ganado, como si con eso ya hubiesen cambiado la intención del voto de los mexicanos.
Con todo y que Meade se ostenta como un genio, hasta ahora no nos ha dicho cómo va hacerle para concretar sus propuestas. No basta con sus buenas intenciones, porque estas las tienen todos. Sería una tontería que alguno de los candidatos nos dijera que quiere ser Presidente porque quiere hacerse inmensamente rico y quiere asegurar el patrimonio familiar por los siguientes 200 años.
Mejor es decir que quieren ayudar al pueblo. Es lo que escuchamos cada 6 años, a lo largo y ancho del país y todo el tiempo. Es lo políticamente correcto.
Faltan dos debates más, pero si en ambos se repite la misma historia del domingo 22, poco van a influir en el ánimo de los electores.
En el 1994, Diego Fernández ganó el debate presidencial, pero no la elección. Pudo haberla ganado, pero en las tres últimas semanas se desapareció de los escenarios, le bajó a su campaña y con eso contribuyó a la leyenda de que se vendió al sistema.
Ahora no se vio que alguien ganara el debate del domingo 22 de una manera tan contundente como lo hizo Diego en 1994. Más bien, las auto-victorias que se adjudican los candidatos se antojan de papel, mediáticas.
Todavía restan poco más de dos meses de campaña. Mal haría si alguno de los candidatos presidenciales le baja al ritmo, convencido de que como ya ganó el debate del domingo, puede dedicarse a descansar. No queda más que a darle. A seuir en la talacha, a seguir ganando adeptos.