Hace un mes José Antonio Meade se destapó él mismo como candidato del PRI a la presidencia de la república, lo que mostró la debilidad del PRI y del Presidente Enrique Peña Nieto que ni siquiera asumieron esa función.
En un principio, tanto el gobierno como el PRI lo presentaron como el nuevo Mesías que salvaría a México del hoyo en que se encuentra. Hubo quien pretendió convencer que un par de horas habían bastado para que desplazara a Andrés Manuel López Obrador en las preferencias ciudadanas.
Encuestas serias levantadas por Reforma y El Universal echaron abajo el optimismo de los aliados: la realidad es que Meade está en el tercer lugar de las preferencias, y lo que es peor, sigue conservando el mismo porcentaje que tenía Miguel Angel Osorio Chong. No crece.
Y es que el problema de Meade es que él mismo acabó con lo que era su principal fortaleza: ostentarse como candidato ciudadano. En este mes en vez de buscar el apoyo de los ciudadanos, se ha dedicado a buscar a lo peor del PRI y del PAN. Se ha reunido en público con personajes como Carlos Romero Deschamps, consiguió la libertad de Elba Esther Gordillo; se reunió con la mafia del Partido Verde y la del Panal: convivió con Vicente Fox.
Seguramente en privado ha sostenido reuniones, o platicado, con Carlos Salinas, Felipe Calderón, Diego Fernández y en un descuido hasta con Andrés Manuel López Obrador.
Circulan muchísimas fotos donde Meade aparece con Javier Duarte y no se trata de las clásicas fotos institucionales. A ambos se les ve muy alegres.
Al reunirse con tanto personaje priista, ya nadie le cree que es un candidato ciudadano. Igual y le conviene afiliarse en estos momentos al PRI, para que se vea sincero.
A Meade el voto duro del PRI no le alcanza para ganar. Tiene que ir en busca del voto ciudadano, convencer a los apartidistas de que el suyo es un proyecto integral, en el que caben todos.
Sin embargo, hasta ahora ha privilegiado al acercamiento con priistas y panistas , y ha descuidado a los apartidistas, que son los que deciden las elecciones, porque al no tener partido votan por el que creen que es el mejor candidato, o el menos malo.
En lo personal estamos convencidos de que en el 2018, quienes voten lo harán por el menos malo, de entre AMLO, Meade, Anaya, el Bronco y tal vez Margarita.
Y mientras tanto, AMLO sigue al frente de las preferencias.