No hay consignas como algunos quieren ver, no hay tendencias para beneficiar a algún equipo o perjudicar a otro
Gerardo Velázquez de León
EL UNIVERSAL
Muy poco tiempo tienen en la Liga MX para encontrar jueces de calidad, porque los que ahora tienen, no sirvieron, y no servirán. La pésima temporada del arbitraje mexicano tiene a responsables directos: los dueños de los equipos.
Si están conformes con lo que hasta ahora tienen, francamente es su responsabilidad, porque desde la Comisión de Árbitros seguirán celebrando su maravillosa frase “es una decisión arbitral correcta” y nada pasará.
No hay consignas como algunos quieren ver, no hay tendencias para beneficiar a algún equipo o perjudicar a otro, simplemente hay muy malos árbitros en la Liga MX. De lo que tanto se presumía hace décadas, hoy quisieran esconderlo.
Vaya grado de nivel que tienen que el mundialista en Qatar no fue ni tomado en cuenta para la final, porque —claro— César Ramos Palazuelos rayó en el protagonismo excesivo, con errores constantes en la semifinal Tigres vs. Atlas.
Hay academias de arbitraje que trabajan con silbantes a lo largo y ancho del país, así es que no son los únicos que existen los que hoy conocemos en las canchas de la Primera División o la Liga de Expansión. Hay muchos más y, si se prepararán como se debiera, la cosecha de gente con nivel sería distinta.
Están sobrepasados, no hay alguien que asuma un verdadero liderazgo y ponga orden. Solamente se basan en el video semanal en el que Arturo Brizio Carter asegura que todo es fantástico, maravilloso y correcto, lo cual es completamente alejado de la realidad, porque en cada partido se multiplican los errores por parte de estos personajes; insisto, no tiene que ver con algún equipo. La realidad es que son muy malos.
La jugada que se tardaron ocho minutos en revisar durante la final entre Pachuca y Atlas, fue tocar fondo. Un silbante, Fernando Hernández, quien en vez de juzgar la falta de Anderson Santamaría sobre Erick Sánchez, encontró la brillante salida de marcar un fuera de juego, como si el VAR fuera para eso.
Una deficiencia desde donde se le vea, porque nadie había marcado el offside y solamente confunden al público con decisiones de esta escasa calidad arbitral, vergonzosas.
Está en ellos, en los dueños, en los que invierten y en los que en su Liga deberían exigir calidad arbitral, no suspicacias, no dejar espacio para la imaginación de los aficionados. Pero lo primero que necesitan para regresar al nivel deseado es aceptar la profunda crisis. Si están de cuida chambas, manipulando y maquillando lo real desde la cabeza del arbitraje, nunca se mejorará.
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