En Qatar, las hordas de los fanáticos del mundo se han ido poco a poco. Hay más calma en las calles, donde el gremio está consternado por tres colegas que han perdido la vida haciendo su labor.
Estamos a horas de que arranquen las semifinales de esta Copa del Mundo y no quiero perder el foco de lo que hay detrás de cada equipo.
Argentina. No hay pueblo más pasional y futbolero que ellos. Llegan con la fuerza de un equipo que dejó los egos que siempre estorbaban a Messi y, por fin, se edificó un proyecto para que él volviera a creer y todos los argentinos lo entendieron.
Croacia. Su resistencia es tan poderosa que, en las últimas dos Euros, el Mundial 2018 y el actual, han mandado todos sus juegos de eliminación directa a tiempos extra, menos la final en Rusia.
Francia. La gran nueva potencia. Cerraron filas, entendieron cómo generar y adaptar un proyecto, después de no ir a los Mundiales de 1990 y 1994, para que desde 1998 —gracias a su centro de desarrollo Clairefontaine— potencien a su multirracial equipo. Va por su cuarta final en los últimos siete Mundiales.
Marruecos. Ya había tenido Mundiales competitivos, pero ahora vino un punto de partida gracias a que 14 de los 26 jugadores de la selección nacieron en otros países. Sus raíces y profundo orgullo para representar a la nación de sus padres ha generado que esta selección rompa muchos de los mitos de la alta competencia.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A las intrahistorias de las cuatro selecciones que siguen luchando por el evento más importante del deporte: Una copa del Mundo.
@EnriqueVonBeas