Los resultados de los comicios del domingo pasado, 4 de junio, mostraron la eficacia de las alianzas partidistas. Esto se observa en los resultados obtenidos en los tres estados que eligieron gobernador: Coahuila, México y Nayarit. Esta práctica, en la última década, ha permitido a los partidos políticos establecer acuerdos para posicionar candidatos en puestos de representación popular. Una estrategia con metas a corto plazo y sin trascendencia política.
Los partidos políticos buscan la captación de votos, pero generan mayorías que no alcanzan ni el 40%. Las alianzas benefician políticamente, lugares temporales en los espacios de debate y generación de acuerdos, y económicamente, al no perder el registro, y el ingreso que esto representa. Los acuerdos establecidos sólo funcionan en tiempos electorales, por lo que son a corto plazo.
Las alianzas no buscan gobiernos estables. Después de las elecciones, los partidos que formaron parte de la alianza reciben su premio, pero no suelen trabajar un proyecto de gobierno en conjunto. Lo que favorece la aparición de dos tipos de gobiernos divididos: horizontales, es decir, el partido en el gobierno tiene oposición en el congreso, por no contar con un grupo parlamentario que alcance la mayoría, o verticales, es decir, el partido en el gobierno tiene oposición en uno o dos niveles de gobierno (federal, estatal o municipal).
La sociedad mexicana demanda estabilidad gubernamental. Demandan gobiernos que representen sus distintos intereses y atiendan sus necesidades en temas de seguridad, salud, educación, entre otras. Las alianzas posicionan representantes, pero no generan grupos de trabajo profesionales. Por otro lado, establecen plataformas electorales en conjunto que no contribuyen a la formación de gobiernos incluyentes.
Establecer y desarrollar proyectos de gobierno incluyentes, que representen los intereses de la mayoría y atiendan las demandas de todas las personas, es lo que marca la diferencia entre las alianzas electorales frente a los proyectos que proponen construir gobiernos de coalición. Las propuestas para formar gobiernos de coalición buscan gobiernos estables, legitimados por mayorías electorales absolutas, del 50% o más, congresos que representen los distintos intereses de la sociedad y la ratificación de los miembros del gabinete por los mismos.
El malestar social manifestado en las calles, por distintos motivos, son muestra de las demandas y necesidades de la sociedad, y son tan diversas como el número de personas que participan. Este malestar se debe a la falta de pluralidad de los gobiernos, a la falta de políticas públicas que consideren las necesidades de todas las personas. Es por esta diferencia, entre alianzas y coaliciones, que los partidos deben plantearse nuevas prácticas políticas, para ofrecer a la ciudadanía coaliciones gubernamentales que aseguren acuerdos a largo plazo, así como trascendencia política y social a los mismos
