Las empresas y organizaciones enfrentan cada día retos nunca antes imaginados. Muchos de estos retos provienen de grupos de interés motivados por intereses particulares quizá hasta desconocidos por la empresa u organización. De acuerdo con el filósofo americano, Edward Freeman, reconocido por sus aportaciones a la responsabilidad social corporativa y por su teoría de los grupos de interés, estos últimos son aquellos grupos o individuos que pueden afectar o verse afectados por la consecución de los objetivos de una empresa. En este sentido, las empresas han apostado por estrategias de sustentabilidad que contemplen a sus grupos de interés.
La lista de grupos de interés de una empresa u organización es larga. Contempla a los internos, como colaboradores y accionistas, y continúa con los externos como los clientes, proveedores, competencia, sindicatos, gobierno, la sociedad civil organizada, la comunidad; y así la lista continúa. Estos grupos e individuos concentran cada vez mayor poder, con el cual pueden beneficiar a una empresa o poner punto final a sus operaciones.
Ahora bien, cuando nace el interés de una empresa por adoptar la sustentabilidad como parte de su estrategia y considerar la responsabilidad social corporativa en sus operaciones, es común preguntarse por dónde iniciar. ¿Mi empresa debe luchar contra el hambre o promover la educación financiera? ¿Cuál causa debo abanderar? ¿A cuáles organizaciones de la sociedad civil puedo aportar más o con cuáles puedo hacer mejor equipo? Las respuestas a este tipo de preguntas se encuentran escuchando a los grupos de interés.
Las empresas modernas y sostenibles saben que escuchar a sus grupos de interés los fortalece pues permite responder de mejor manera ante sus inquietudes y encontrar soluciones conjuntas; también mitiga riesgos y da señales a las empresas para actuar ante posibles escenarios que puedan impactar negativamente sus operaciones. Sobre todo, escuchar a los grupos de interés da claridad a las empresa sobre dónde enfocar los esfuerzos y prioriza los temas que verdaderamente son importantes para la misma.
Como lo dije antes, las empresas modernas enfrentan retos nunca antes imaginados y muchos de ellos son gracias que sus grupos de interés los han orillado a responder e involucrarse en temas sociales, ambientales y políticos que salían de la esfera de sus intereses. Cuando el gobierno no cumple con las expectativas de la sociedad, los grupos de interés voltean a ver a las empresas como corresponsables de la solución. Todos conocemos casos de cómo organizaciones sociales, por ejemplo ambientalistas o defensoras de derechos humanos o animales, han orillado a grandes corporaciones a rediseñar completamente su negocio o a posicionarse sobre un tema gracias a la presión ejercida.
El mundo necesita de líderes empresariales que busquen el beneficio de todos sus grupos de interés: colaboradores, clientes, competencia, la comunidad en donde operan, entre muchos otros. Las empresas que hagan equipo con ellos serán aquellas que logren la sostenibilidad y alcancen sus objetivos. Los empresarios, sin importar el tamaño de su negocio, deben pensar en el rol que tienen dentro de la sociedad; en su impacto; y en cómo crear valor a sus grupos de interés. Sólo así tendremos sociedades y empresas fuertes, con bienestar y sostenibles.