En 1987 se descentralizó la salud en México, viejo anhelo de Estados y Municipios, deseosos de manejar sus propios hospitales y centros de salud, con el fin de brindar servicios de calidad a su población. Y es que los Estados tienen una idea más clara que la federación de lo que pasa en su entidad. Y lo mismo ocurre entre Municipios y Estados.
Durante décadas, Estados y Municipios pugnaron por una descentralización de la vida nacional no solo en salud, también en la educación, la cultura, el deporte, el campo.
Treinta y tres años después de lograda la descentralización en los servicios de salud, el gobierno federal la centraliza con su Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABIN).
Ocho de las 32 entidades no aceptaron adherirse al INSABIN, entre ellos Tamaulipas y optaron por seguir operando sus propios sistemas de salud.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador en principio declaró que los Estados eran libres para decidir si se adhieren o no al INSABIN y dijo que quienes no lo hicieran recibirían recursos de manera directa y no habría castigos para nadie, pero luego de la posición de los ocho Estados, todos panistas, declaró que no se adherían porque quieren seguir comprando medicamentos con sobreprecio.
Si el temerario dicho del Presidente fuese verdad, ¡Pues que fiscalice a los Estados y castigue a los responsables!
Esta más que claro que al Presidente le gusta lanzar la piedra y luego esconde la mano. Combate la corrupción solo de palabra, en los dichos todo sigue igual que antes. O peor. Y ahí está como muestra el caso de Manuel Bartlett, por citar un solo caso, en el que lo protege por ser su cuatacho y manda al carajo la historia y lo que ocurrió en 1988. A fin de cuentas el afectado fue Cuauhtémoc Cárdenas y no él.
El gobierno federal nos quiere vender la idea de que el INSABIN estará a la altura de los sistemas de salud europeos, lo que es una tremenda mentira. Y es que somos un país pobre, estamos a muchas décadas de igualarnos con Europa.
Hasta ahora el INSABIN ni siquiera se puede comparar con el Seguro Popular, al que sustituyó porque presuntamente era malo.
No importa que los servicios de salud se llamen Seguro Popular o INSABIN, mientras ofrezcan soluciones a la población. Estar enfermo puede ser una tragedia, para que encima el enfermo se preocupe porque no hay medicamentos, a lo cual el Presidente y su merolicos arguyen que hay un complot, que el desabasto es ficticio, que hay corrupción y el problema es que no se formalizan las denuncias penales respectivas para castigar a los responsables, lo que convierte al Presidente en cómplice de los que acusa sin sentarlos en el banquillo de los acusados.
Así como hoy se centraliza la salud, al rato se va a proponer lo mismo en muchos otros temas de gobierno. Vivimos un retroceso, estamos regresando a los tiempos del centralismo, a los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo, cuando México se empezó a jod.. y hoy no se ve esperanza de mejorar.
Con Gustavo Díaz Ordaz la economía creció un 42 por ciento en el sexenio, con López Obrador ha decrecido 0.1 por ciento, en el primer año de su desgobierno.