A quién puede impresionar la igualdad social, y a quién no impresiona lo opuesto a esta. Son estos, dilemas ancestrales, que provienen de todos lados y tienen su origen en todas las formas de asociación humana: libre, esclavizada o simplemente subordinada a los efectos del ejercicio del poder, o a las condiciones de su propia construcción. Esto es precisamente lo que hace de la igualdad social, un asunto mucho más aspiracional, que programático y de operación doctrinaria.
Existe una antigua y a la vez, muy moderna, concepción de filosofía del derecho que sostiene que, los derechos corresponden a las personas y las obligaciones al Estado. Y a las instituciones de este, el deber de hacerlos realidad cotidiana, es decir un estilo de vida civilizado, congruente con las razones de la felicidad y la tranquilidad de los seres humanos, a todos en cualquier parte y bajo cualquier eventualidad o circunstancia.
Esta reflexión viene al caso, en ocasión de la conferencia que hace algunas semanas dictó sobre el tema de la desigualdad nacional, el Dr. José Narro Robles, actual secretario de salud del gobierno federal; a la que tuve oportunidad de asistir y escuchar de tan reconocido político, sus buenas razones, aspiracionales ciertamente, como bien corresponde al decir de un buen político, ya que al político le corresponde hablar y discurrir sobre aspiraciones, proyectos, ideas, argumentos y transformaciones, no de tragedias y realidades injustificables.
Bien, pues entonces, dijo el secretario Narro: México no empezó ayer, y tiene en sus pueblos originarios la base de su grandeza, de su cultura y de su historia. En ese mismo discurrir, apelo el conferencista, a lo dicho por Alejandro Von Humboldt a inicios del siglo XIX, a propósito de su visita a México, y de su resultante estudio. “México nace al concierto de las naciones, siendo dueño de un gran potencial y futuro. Más sin embargo, sería difícil encontrar otro país que padezca tanta desigualdad”.
A esos viejos vicios estructurales, se suman ahora, continuó diciendo el Dr. Narro, la corrupción, la impunidad, la violencia, la falta de educación, y el descrédito de la democracia. Lo que se ha convertido en los tiempos recientes en un estado de inconformidad social generalizado que atenta y pone en grave riesgo la gobernabilidad y paz social de la nación, si es acaso, que no se encuentra la forma de solventarlos con prudencia, serenidad y cordura política. Ese es el gran reto político mexicano para el presente siglo y generaciones venideras.
No lo son tanto, los componentes ya descritos, de la inconformidad social, sino la forma en que se habrán de enfrenta y superar en los plazos inmediatos y posteriores. Son luego entonces, los jóvenes quienes se han de interesar y comprometer con estos fines, y recordó, en un breve paréntesis de su discurso, sus tiempos, experiencias y aprendizajes durante sus etapas como catedrático y rector de la Universidad Nacional (UNAM), sus tiempos también, como subsecretario de gobernación.
Siempre es y será bueno, para quien sea, escuchar y reflexionar sobre lo que dice un personaje como el Dr. José Narro, oírlo decir, y trasmitir conocimientos prácticos sobre política, quehacer gubernamental y reacción social, en un lenguaje simple y fácil de entender, es por demás, para todos, enormemente satisfactorio.
No basta entonces, se me antoja decir, saber y entender cuáles son los problemas sociales básicos del país, sino que además, y en esto pienso, está la sabiduría del conferencista Narro Robles, se requiere tener en el acervo personal, la forma y modo de enfrentarlos, haciendo a la vez, que lo político haga el menor daño a lo económico, lo social y a lo cultural. Un privilegio en verdad, escuchar a este personaje de la política mexicana.
NOS VEMOS Y LEEMOS EL PRÓXIMO MARTES.
