Por Mr. Sports
‘Todo el mundo es un perdedor. Los ganadores simplemente son perdedores con más paciencia’.-George Hammond.
Las finales casi nunca son emocionantes, salvo por finales cardiacos repentinos, son juegos en general aburridos, con dos equipos muy presionados y más con el temor de perder, que con el afán de ganar.
Eso hace duelos cerrados, peleados en medio campo y con pocas oportunidades de gol. Lo sé, hay sus excepciones, pero no hay muchas en los últimos 20 años.
Si recuerdan la escena de la película de Ratatouille, en la que el crítico prueba esa comida y lo transporta a su niñez y la felicidad lo invade. Pues así me sentí yo con este juego de ida.
Atlas y León, mis respetos por darnos una gran final de ida. Me alegra haber fallado en mi predicción de un duelo cerrado y peleado con pocas llegadas. Al contrario, ambos jugaron con alegría. Tuvieron orden, pero también hubo errores, hubo polémica, hubo gran ambiente, hubo goles de antología y mucha emoción en cada momento.
Ángel Mena se ha reivindicado y creo que la afición de León nada tiene que reprocharle luego de sus fallas en anteriores Liguillas. Ahora un doblete y sin duda es el MVP de esta Liguilla.
Atlas fue fiel a su estilo pero no salió a meter el autobús. La gloria no es para los cobardes y ellos salieron a ganar y por poco lo logran. Holan y Cocca pueden dormir tranquilos y confiados en sus equipos para este domingo que se juegue la vuelta.
Desde ahorita les digo, no hagan planes para ese día porque es día de fútbol y será uno disfrutable.
La afición esmeralda soñará con su novena estrella y la rojinegra con la maldición rota.
Al final de cuentas, gane quien gane, el espectador lo disfrutará.
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