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Estrategias

Del libro de los andares de la política mexicana se pueden sacar grandes enseñanzas empíricas, conocimientos y reflexiones que van más allá de lo anecdótico y casual, se pueden obtener recursos para el desarrollo metodológico y diseño de estrategias electorales y de política pública en diversas materias, en razón siempre, de que escenarios y circunstancias políticas por más fortuitas y causales que pudieran parecer, al final del día, son escenarios circunstanciados que se repiten generación tras generación.

Para nadie sería curiosa, la gran variedad de lógicas empleadas por los mercadólogos electorales modernos, a fin de posicionar de la noche a la mañana, en el mercado un producto comercial, o un personaje con fines políticos, basta estar consiente de un par de principios básicos y de naturaleza humana para entender este fenómeno que a todas luces tiene que ver con la comunicación.

Primero entender que el mercado en lo general, carece de impulsos propios, es decir no es autónomo ni tiene capacidad de hacer juicios y elaborar decisiones propias, por el contrario, es invariablemente prejuicioso e impresionable, sus reacciones son emocionales y se conduce por percepciones individualizadas, o colectivas, de ahí, la importancia que tienen los reactivos que se viertan sobre él. A esto los sociólogos le llaman voluntad inducida.

Segundo, y consecuente con el anterior, no se da en el consiente individual o colectivo, lo que se conoce como opinión pública, existe por el contrario, una anomalía comunicacional llamada opinión mediática, elaborada y construida con fines específicos y características ajustadas a otra especie de anomalía de mercado, identificada como obsolescencia programada y reemplazable. Es decir, una percepción pre-establecida y factible de ser sustituida a juicio y conveniencia del interés en curso.

A qué viene todo esto, se preguntará usted, amigo lector, pues sencillamente a lo que estamos viendo y escuchando actualmente en los medios de comunicación, con motivo claro está, de las pre-campañas, etapas de silencio, y de las próximas campañas políticas a una multitud de puestos de elección popular que serán votados el cercano primero de Julio del año que corre, principalmente, me refiero, a la primera magistratura de la nación y a la del gobierno de la Ciudad de México, por cierto el estado más reciente de la república.

Para el primer caso, y no en orden de importancia o de ubicación en las preferencias electorales, sino al azar, y llamando a cada aspirante por su nombre y no por el de la coalición o alianza electoral que representan; y empezando por el señor Anaya, quien ha utilizado como reactivo ancla y estratégico, no de hoy, sino de tiempo atrás, el de la corrupción gubernamental, ubicándola en el inconsciente colectivo, no como un acto sistémico del ejercicio del poder, sino al contrario, como un acto de vileza humana premeditada y atribuible a una clase política de un partido en particular y en alto estado de descomposición social. Este llamado al odio y el desprecio sectario, le ha dado clara rentabilidad electoral; no obstante haber sido señalado, con insistencia, de ser actor de lo que tanto critica.

Ejemplo contrario, bien podría ser el de Mikel Arreola en la Ciudad de México, quién sintiéndose sin base social y política, y abanderado de un partido que lleva a cuestas el prefigurado estigma de la corrupción, construyen sus estrategas electorales, una ancla mediática que lo hace apropiarse de una base social cercana o identificada con la democracia cristiana, al pronunciarse en contra del aborto, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y del uso recreativo de la marihuana, temas estos que han dividido en dos grandes partes a la sociedad mexicana.

Este solo reactivo vertido en un vacío social, sin voz ni actores políticos que lo represente, lo sacó de inmediato del anonimato y lo posicionó en un excelente lugar electoral, tomando como argumento eje de su pronunciamiento, una verdad que mucha gente quiere escuchar, relativa a que el público debe saber y tiene derecho a conocer de viva voz lo que sus candidatos piensan, y en lo que creen, sin dobles morales y discursos elusivos o falsos, de frente al elector, lo que indudablemente le da solvencia moral y credibilidad electoral.

Dos ejemplos de caso solamente, amigo lector, para abrir controversia sobre las tesis y reflexiones del mercado en lo general y en lo particular. Un mercado pre-construido sobre su propia génesis: la oferta electoral y la demanda ciudadana.

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