El 5 de enero del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado dirigido a los gobiernos de todo el mundo informando sobre casos de una “neumonía de causa desconocida”. Hoy sabemos que esos casos eran COVID-19, un virus que le ha quitado la vida a casi dos millones de personas en todo el mundo.
El final del 2020 y el comienzo del 2021 estarán marcados por la esperanza. La luz comienza a verse al final del túnel tras la aplicación de vacunas contra COVID-19. Desde hace meses comenzamos a ver noticias sobre los ensayos clínicos de las mismas con resultados positivos. Posteriormente, sus aprobaciones por parte de las autoridades sanitarias de diversos países. Vimos entonces cómo los gobiernos comenzaron negociaciones con las grandes farmacéuticas para asegurar la cantidad necesaria de dosis y cubrir a su población. Y por último, en las recientes semanas hemos visto la aplicación de vacunas a personal médico de todo el mundo.
La vacuna no solo representa un mecanismo para enfrentar la propagación del virus. Representa el cuidado de miles de trabajadores del sector salud que desde que empezó la pandemia no han descansado por protegernos. Representa alivio para la economía, para las PyMEs y emprendedores que han asumido el reto de pausar la operación de sus negocios. Representa el regreso de millones de estudiantes y maestros en todo el mundo que han adaptado su forma de aprender y enseñar a una nueva realidad. Para todos, representa esperanza.
La pandemia ha evidenciado aún más la desigualdad que vive México y el mundo entero; el reto para no profundizar en ella será una justa y equitativa distribución de las vacunas. El sector privado ha jugado un rol fundamental en esta tarea, garantizando una distribución segura y eficaz, demostrando cómo la colaboración público-privada es indispensable para atender esta emergencia y en general cualquier otro tema de interés público.
La esperanza y el alivio caracterizan el inicio de este 2021, sin embargo, el camino es largo y complicado. Mantener los cuidados, las restricciones y las medidas preventivas será algo necesario quizá por todo el año, mientras la población mundial espera ser vacunada. Lo que estoy seguro no debería terminar es la empatía y la solidaridad que ha caracterizado al mundo entero durante este complicado reto para la humanidad.
