La Cámara de Diputados acaba de aprobar cambios a diversas leyes fiscales que, entre otras cosas, imponen límites a los donativos sujetos de deducciones y la oposición, en especial el PAN, puso el grito en el cielo y aprovechó para hacer política a su favor. Paralelamente los organismos no gubernamentales, ONGs, sienten que esto va a afectar sus ingresos.
En esto de las deducciones hay que hacer una diferencia entre los filántropos de corazón y quienes donan para salir en la foto y de paso aparecer como generosos donando los impuestos que debieran pagar.
Y es que muchísimas empresas aprovechan la deducción de los donativos para reducir el monto de los impuestos a pagar. No donan por ser generosos, sino como una estrategia fiscal. En vez de pagar al fisco, le dan el dinero a organismos de beneficencia.
Los límites, ha dicho el SAT, son para las personas físicas, que podrán deducir hasta el 15% de sus ingresos, en tanto que las personas morales, que son las que más donan, no tienen límites y podrán seguir regalando grandes cantidades.
En México, como todo el mundo, hay filántropos de corazón, desde los que son archimillonarios y donan miles de millones de dólares, como MacKenzie Scott, que de 1919 a la fecha ha donado más de cuatro mil millones de dólares, porque al divorciarse recibió una compensación de 31 mil millones de dólares, que nunca podrá gastarse; hasta los que donan 20 pesos al señor que pide ayuda en un crucero. Y no quieren que cuando entreguen los 20 pesos les aplaudan y les tomen la foto. Van a seguir apoyando a la gente, porque les nace. Qué importa que no puedan deducirlo de sus impuestos.
Esto de los donativos deducibles se parece a algunos políticos que cuando son funcionarios, viajan en aviones privados, consumen botellas de vino de 150 mil pesos, contratan exuberantes mujeres como damas de compañía a un costo de varios cientos o miles de dólares por día, ofrecen comelitonas donde se contratan alimentos para 100 gentes, aunque sean 10 los asistentes, usan trajes de dos o tres mil dólares y un largo etcétera de excesos y abusos. Pero terminan su función y se vuelven muy austeros en su vida privada, porque una cosa es gastar dinero del erario y otra hacerlo del propio bolsillo. Es muy fácil regalar lo ajeno, lo difícil es hacerlo con lo propio.
Con límites legales o sin ellos, la gente que es generosa, lo va a seguir siendo toda la vida, Aquí en Nuevo Laredo hay una señora que no es rica, de hecho vive de la pensión de su marido, y sin embargo, no se cansa en ayudar a la gente pobre, aún a costa de su propia familia. El año pasado, vendió su automóvil para ayudar a familias más necesitadas que la suya propia. Y dona, no para deducirlo de sus impuestos, sino porque le nace, porque quiere y puede hacerlo.
A muchos les parece que esta noble mujer exagera al desprenderse de lo poco que tiene, pero ella lo hace por gusto. Vive, goza y disfruta ayudando a los demás. No falta algún vivales que se aprovecha de su buen corazón para engañarla y quitarle unos pesos, pero eso a ella no la hace más pobre. Eso sí, le duele que haya bandidos de esa calibre que en público presumen una decencia que no tienen, lo que sí tienen es el alma prostituida.