El Dólar
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El Príncipe de la Canción

Tenía yo apenas escasos seis años de edad cuando lo empecé a escuchar en la radio. Era uno de los cantantes favoritos de mi madre y en ese entonces sonaban mucho dos de sus más grandes éxitos como lo fueron “Lo pasado, pasado” y “Lo que no fue no será”, productos de su álbum llamado con el mismo nombre de la primera canción citada. Ya estaba encumbrado, pues ya había grabado varios discos, y ya se había hecho de un gran nombre artístico, sobre todo a raíz de su participación en el festival OTI con la canción “El Triste”, donde demostró al público “tener dos estómagos” por la forma tan peculiar de entonar sin jalar casi nada de aire. Ya le empezaban a decir “El Príncipe de la Canción”, principalmente por el hecho de que en 1976 había grabado un álbum titulado “El Príncipe”. Conforme pasaron los años se fue reafirmando como un gran cantante con canciones como “Gavilán o Paloma”, “Volcán”, “Amar o Querer”, “Almohada”, “Amor, amor”, “Aléjate”, “Mi Vida”, y muchas otras, que la verdad me llevaría todo el espacio el escribirlas. Lo cierto es que en lo particular de joven no me llamaban mucho la atención sus canciones, las cuales las seguía oyendo en muchos sitios a donde iba. Eran parte del repertorio habitual, pero también era la época en que yo andaba con la música grupera del Pegasso, del Zaaz, de Toppaz y otros conjuntos. Pero conforme pasó el tiempo me empezó a gustar su música, y entiendo que eso fue porque empezaron a llegar los amores, pero sobre todo los desamores, que hacen que las letras entonadas nos lleguen al alma. Llegó un tiempo en que su música para mí fue indispensable, no había bar a donde llegara y no pusiera una canción de él, de su muy amplio repertorio. Incluso llegué a descubrir canciones que ni siquiera había escuchado, y una de esas es de hecho mi segunda canción favorita que se llama “Aún estoy de pie”. Fui una de las tantas miles de personas que lamentaron que haya perdido la voz, y que hasta se les hacía un nudo en la garganta al oírlo hablar, con una voz tan gruesa, después de haberla tenido tan prodigiosa, tan sonora, tan hermosa. Cuando en el Grammy Latino del 2008 le hicieron un homenaje y cantó, a duras penas, “Seré”, lloré al ver cómo esa voz de barítono había desaparecido a consecuencia de los excesos con el alcohol y las drogas. Aun así el hombre siguió viviendo poco más de una década hasta este 29 de septiembre del 2019 en que murió en el hospital Homestead de Florida. Se ha ido otro de los grandes, se ha ido Don José Rómulo Sosa Ortiz, ampliamente conocido en el ámbito artístico como José José, el más grande, el enorme, el mejor para mí y para muchos. No hace mucho circuló, y sigue circulando, una foto de él al lado de Rocío Durcal, Juan Gabriel y Camilo Sesto, quienes previamente se habían adelantado en el camino, y en ella se hacía la broma de que quien toma vive más. Sin embargo José José se les ha unido, en ese viaje sin retorno, y al que vamos todos. Por fortuna nos deja su legado musical, que sin duda seguirá sonando, y ahora sin duda con más fuerza, pues como siempre ocurre, muere el artista, pero se le sigue escuchando.
¡Descanse en paz el Príncipe de la Canción!

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