El interés por la política

Mi primera campaña electoral federal vivida fue en 1988, esto pese a que no podía votar. Y es que en aquel entonces apenas iba yo a cumplir 16 años de edad, por lo que aún me faltaba para tener mi credencial de elector. En ese entonces laboraba en el periódico El Diario, concretamente en el área de prensa, y como tal era de los primeros en enterarme de las noticias que salían en dicho medio, evidentemente muchas relacionadas con el ámbito político. Y creo que fue ahí donde me nació el gusto por la política, pues a diario me empapaba de las noticias sobre el proceso electoral que protagonizaron Carlos Salinas de Gortari, por el PRI; Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, por el Frente Democrático Nacional y Manuel J. Clouthier, por el Partido Acción Nacional (PAN). Dicha elección, como bien se sabe, fue ganada por Salinas de Gortari en medio de denuncias de fraude electoral. Seis años después viví mi segundo proceso electoral federal en activo, ya como ciudadano y con mi credencial de elector. Fue la primera vez que voté para Presidente de la República y lo hice por Diego Fernández de Cevallos, del PAN, ya que me gustó la forma en que barrió con sus adversarios, Ernesto Zedillo Ponce De León, del PRI, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del PRD, en el primer debate televisado entre candidatos a la máxima magistratura del país. Pese a ello, no ganó el PAN, ganó el PRI, con Ernesto Zedillo Ponce De León, quien se vio favorecido por la forma en que el tricolor aprovechó la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta, para mantenerse en el poder. Después vino la elección del 2000, la del cambio, con el triunfo por primera vez de un partido de oposición, en este caso del PAN, en manos de Vicente Fox Quezada, por quien voté, ya como militante del blanquiazul, partido al que ingresé en 1999 a invitación del profesor Leopoldo Ortiz Ramírez, y avalado por el ingeniero Antonio Arredondo Álvarez. Fox con su característico estilo, aprovechó el hartazgo que había hacia el PRI para derrotar al candidato de dicho partido, Francisco Labastida Ochoa, y nuevamente a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en su tercer y último intento por ser Presidente de México, bajo las siglas del PRD. En el 2006 nuevamente ganó el PAN, con Felipe Calderón Hinojosa, por quien también voté, y quien dio cuenta de Andrés Manuel López Obrador, por el PRD, y Roberto Madrazo Pintado, quien mandó al PRI al tercer lugar, y en una de las elecciones más cerradas de la historia, donde prevaleció el fantasma del fraude electoral. En el 2012 el PRI regresó al poder de la mano de Enrique Peña Nieto, quien venció a Andrés Manuel López Obrador, del PRD y a Josefina Vázquez Mota, del PAN, en otra elección cerrada, que también dio pie a pensar que hubo fraude. En dicha elección mi voto volvió a ser para el PAN, que lamentablemente se fue al tercer lugar, perdiendo gran parte de lo logrado en los últimos 12 años, todo por la mala decisión de los panistas de no ponerse de acuerdo en elegir un buen candidato. Este 2018 nuevamente habrá elecciones federales y en la misma vuelve a competir Andrés Manuel López Obrador, quien al igual que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, va por su tercer intento, y según muchos, esta vez sí puede llegar a ganar, pues de momento aventaja de manera considerable a Ricardo Anaya Cortés, del PAN, y quien va en el segundo lugar, y a José Antonio Meade Kuribreña, del PRI, quien se ha quedado rezagado, y no porque sea un mal candidato, sino porque no le ayuda ser el abanderado del PRI, partido al que se le ha perdido toda confianza. Igualmente por primera vez habrá un candidato independiente a la Presidencia de la República, en la persona de Margarita Zavala, aunque a decir verdad no se le ven muchas posibilidades. Primero Dios esta será para mí la quinta vez que vaya a votar por un candidato a la Presidencia de la República, y evidentemente lo haré por el candidato de mi partido, de quien creo puede llegar a alcanzar a López Obrador, ya que de hecho es el único que puede hacerlo. De hecho pienso que esta elección va a volver a estar muy cerrada, pues de hecho los ánimos están muy divididos, tal y como lo estuvieron en el 2006 y en el 2012. Lo malo de todo esto es que es casi un hecho que quien gane no contará con el voto mayoritario de los mexicanos, puesto que en México no hay el procedimiento de segundo vuelta electoral si ninguno de los candidatos alcanza el 50 por ciento más uno de la elección. Esto de hecho debería implantarse, pero al menos en esta elección no será posible. Incluso pienso que quien gane la elección no llegará ni al 40 por ciento del total de los votos que se emitan. Y en esta elección muchos jóvenes van a votar por primera vez, como yo lo hice en 1994, aún cuando me interesé en la política desde seis años atrás, en 1988, cuando aunque quería votar no podía, porque no era mayor de edad y no tenía credencial de elector. Este año muchos jóvenes tendrán ya la mayoría de edad, pero tal vez no todos tengan su credencial de elector, o si la tienen, tal vez no vayan a votar. Craso error, creo yo, porque todos debemos participar en estas elecciones, y votemos por quien votemos, debemos participar, porque aunque muchos no crean en la política, o más bien en los políticos, de cualquier forma hay que buscar hacer la diferencia, y en ese sentido los jóvenes serán quienes marcarán la pauta. Ojala haya entre ellos ese ánimo, como el que tuve yo, y muchos otros como yo, cuando votamos por primera vez.