Estoy en casa y veo a tres de mis hijos sentados en la sala, con cara de aburridos, uno de ellos picándole y picándole al control de la televisión, cuyos canales pasan consecutivamente. Se atreve a decir que no hay nada bueno en la “tele”. Los otros dos lo apoyan en su comentario. Yo les digo “¿cómo que no hay nada? si son 80 canales los que trae el servicio de cable”. Y el mayor de ellos contesta que aún así no hay nada que les llame la atención. Me siento a un lado de ellos y les comento que cuando yo era niño nada más tenía la oportunidad de ver cuatro canales en la televisión ¡solo cuatro canales! Asombrados hacen varios comentarios enfocados al hecho de que si en 80 canales no hay nada interesante, como era antes entonces con cuatro canales. “Pues para que vean”, les digo y entonces les empiezo a narrar que para empezar nuestra primera televisión en la familia la tuvimos cuando yo contaba con cinco años de edad. Me acuerdo que mi hermano Toño compró una televisión de 13 pulgadas ¡y con imagen en blanco y negro! “¿Cómo que en blanco y negro?”, dice uno, a lo que le respondo que sí, que la imagen era en blanco y negro, no era a color, y les hago notar que es como las películas antiguas que salen en el canal De Película. Se sorprenden. Les hago saber que cuando yo era chamaco no teníamos el servicio de cable en casa, ni antena parabólica, para poder ver muchos canales. Nos teníamos que conformar con los llamados “de aire”, o canales abiertos. Para el caso de Nuevo Laredo, en aquel entonces solo había cuatro canales, siendo estos el 2 “de Ramoncita” como comúnmente lo conocíamos; el 11, que era el 2 de Televisa, así como el 8 y el 13, que son de Laredo, Texas, y cuyas señales siempre han llegado a nivel local. En el canal 2 por las noches veíamos viejos programas como Los Intocables, Combate, Batman y Robín, La Mujer Maravilla (con sus calzones mata-pasiones), El Hombre Invisible, El Increíble Hulk, entre otros; en el canal 2 eran tradicionales las telenovelas y las noticias de 24 Horas con Jacobo Zabludovsky; y en el 8 y el 13 la programación era totalmente en inglés, y como niños nos levantábamos todos los sábados a las siete de la mañana para ver la variada programación de caricaturas que se ponían en ambos canales hasta el mediodía, igualmente en inglés. No le entendíamos pero nos reíamos viendo los monos. Ya después vino el canal 27 de Telemundo, lo cual fue toda una sensación, pues ya íbamos a tener cinco canales. Lo mejor de todo es que Telemundo daba su información en español. Y así con cinco canales, no nos aburríamos, no decíamos que no había nada que ver en la televisión. Y no nos aburríamos porque realmente la televisión la prendíamos solo por las tardes y noches, para ver las novelas y algunos programas. Era raro que se prendiera la televisión en las mañanas o al mediodía, pues para esas horas escuchábamos la radio, normalmente en las mañanas la XENU con programas como Porfirio Cadena, De Todo como en Botica y la media hora con Vicente Fernández. Y en ocasiones también la XEK con su variada programación. Porque antes se escuchaban más las estaciones de AM que de FM, lo cual hoy es al revés, como también hoy en día los chamacos tienen prendida la televisión todo el día, y a veces no solo una, sino dos o tres, mientras andan haciendo otras cosas, menos viendo la televisión. Les dije a mis hijos que antes tampoco nos aburríamos porque preferíamos salir a la calle a jugar con los vecinos, que ver la televisión, y cuando regresábamos, nos metíamos a bañar y entonces sí ya veíamos un poco de “tele”, acurrucados en algún sillón, cansados de hecho de tanto jugar. ¡Ah, y la televisión se apagaba a más tardar a las diez y media de la noche!, no que ahora son las 12 de la medianoche y hay todavía aparatos encendidos, o se duermen con la televisión prendida.
Por lo tanto eso de que los chamacos de hoy se aburren porque no hay nada en la televisión, se me hace un tanto absurdo, como igualmente el hecho de que a tan corta edad sean presa del aburrimiento. Tal vez ya vaya siendo tiempo de que aprendan a divertirse sin depender tanto de la televisión, como lo hacíamos nosotros en aquellos tiempos en que el aburrimiento era una palabra fuera de nuestro vocablo.
