El Dólar
Compra:
$16.10
Venta:
$17.10

Disciplina

Acudo a realizar un trámite a una oficina de la Dirección de Desarrollo Urbano enclavada en el primer piso del edificio de la vieja aduana y al entrar, acompañado del más pequeño de mis hijos, de inmediato me doy cuenta que todo el personal se siente incómodo. Aun así me atiende amablemente una señorita y en lo que espero a que se resuelva lo de mi trámite me doy cuenta el motivo de la incomodidad de los empleados.

Resulta que en la sala de espera está una señora con tres niños, uno de ellos en brazos que no deja de llorar y gritar, y cuyos alaridos retiemblan en el pequeño espacio que ocupa la oficina. La mujer impasible, no le dice nada al chiquillo, de algunos cuatro años, lo deja seguir bramando. ¡Vaya, si yo que llevo apenas dos minutos en el lugar ya me he desesperado!, ya me imagino como han de estar los pobres empleados.

No obstante estos no dicen nada, solo se miran unos a otros fingiendo sonrisas de estar contentos, aunque evidentemente están molestos. Se hace notorio que alguien quisiera decirle a la señora, “¡señora por favor calle a ese niño!”, pero no pueden porque corren el riesgo de que la mujer se moleste y los acuse de intolerantes, de discriminación o de paidofobia, y los empleados estén en riesgo de perder su trabajo.

Yo mismo quisiera cuando menos decirle a la señora que tranquilice al menor, que salga afuera de la oficina un momento para dar un rato de respiro a los trabajadores, o que de plano le dé unas nalgadas para que se calle, pero tampoco puedo, porque igualmente puedo ser exhibido como una persona intolerante, y cuando se enteren que soy periodista, pues hasta mis mismos compañeros me van a exhibir como un sujeto ruin, y hasta la Comisión de Derechos Humanos puede proceder en mi contra, porque como ya sabemos, ahora todos estamos sujetos a ser sometidos al escrutinio público por supuestamente pisotear los derechos humanos de los demás, al buscar cubrir nuestros propios derechos.

Es entonces cuando me dirijo a mi hijo, quien sorprendido ha visto también la situación, y le pregunto frente a unos de los empleados que están en el mostrador, “¿cómo te iba a ti cuando te ponías así de chillón?” y él solo abre los ojos como plato y responde “muy mal”. Entonces una trabajadora comenta “¡hubo disciplina”! Y sí, hubo disciplina. La misma disciplina que me aplicó mi madre. Que esperanzas que uno anduviera de chifladito llore y llore, grite y grite, ya no en una oficina pública, sino en la misma casa.

Mi madre, Doña Teresa, me sorrajaba inmediata un golpe, un cintarazo o un chanclazo. Bastaba una sola mirada de mi progenitora para que me sosegara, una mirada de esas congeladoras, de las que sabía uno que llegando a casa mínimo ibas a recibir un cintarazo por tu mal comportamiento. Y sí, para muchos resultará eso una salvajada, pero muchos de los que tenemos más de 40 años así fuimos educados, y nos sirvió.

Nos sirvió porque entendimos por las buenas o por las malas. Yo siempre he dicho que con palabritas los chamacos no entienden, se necesitan fregadazos. Desgraciadamente ahora los padres no les pueden pegar a los hijos, porque también están expuestos a ser sancionados por los representantes de los mentados derechos humanos, porque ahora hay una ley que protege los derechos de los infantes, y estos dictan que no pueden ser golpeados aún cuando se porten mal. Incluso en las escuelas les enseñan que pueden denunciar a sus padres, y hay quienes aprovechando esta situación amenazan a sus progenitores con tal situación, e incluso a sus propios maestros.

Y por eso estamos como estamos, con estas nuevas generaciones de chamacos que hacen lo que quieren, que no hacen caso a sus padres, porque simplemente no se les puede disciplinar como es debido. Y por lo tanto todos tenemos que soportar lo que ya no se puede remediar, y lo que es peor, poner una cara de que es uno tolerante, cuando en realidad no lo es. Porque lamentablemente seguimos siendo parte de una falsa sociedad.

Concebido como una nueva plataforma tecnológica de impacto regional, Lider Web trasciende más allá de lo tradicional al no ser únicamente una nueva página de internet, sino más bien un portal con información al día que integra a los diferentes medios que conforman El Grande Editorial: Líder Web y Líder Tv

Contactanos:
Tel: (867) 711 2222
Email: editor.liderweb@gmail.com

Social

805 Follows