Hay un dicho popular que dice que “del plato a la boca, se cae la sopa”. Pues bien, por lo visto eso le pasó a Gastón Herrera, en el supuesto de que lo que le vamos a contar haya sido cierto.
A fines de julio, el propio Gastón filtró el dato de que había sido nombrado delegado regional de la Secretaria de Desarrollo Social en Nuevo Laredo. Era, por supuesto, o un farol o futurismo, pues no podía ser designado en un cargo, dentro de un gobierno que entra en funciones hasta el 1 de diciembre.
Dos meses después de que filtró esa “noticia”, y cuando faltan casi dos meses de que arranque la administración de Andrés Manuel López Obrador, resulta que ahora no será Gastón quien esté al frente de Desarrollo Social, sino Heriberto Cantú Deándar.
De ser cierta toda esta historia, a don Gastón alguien debería recomendarle ser más paciente y más discreto. No se puede ejercer un puesto que no se tiene, pero además no es recomendable anunciar con meses de anticipación que se recibirá un cargo público, porque se corre el riesgo de que se despierten las aspiraciones de otros y terminen despojándolo, como habría pasado a Gastón Herrera.
Alguna vez, Marisela López Ramos nos platicó que cuando ella fue diputada local – de 1993 a 1995– el profesor Pedro Pérez Ibarra se lo comunicó con varios meses de anticipación, le dijo que se fuera capacitando y le encomendó no filtrar el dato a nadie, absolutamente a nadie, ni siquiera a sus familiares más cercanos, para que no surgieran las ambiciones entre los mismos cetemistas.
Marisela se aguanto sus ganas de presumir la noticia, espero al destape, vino la campaña y luego la gestión.
En política hay que tener mucha paciencia, cuando se tiene un objetivo claro de lo que se busca. La suerte de hoy, mañana puede convertirse en la peor de las suertes. Lo hemos visto infinidad de veces.
No se puede andar corriendo gente, ni maltratándola, pensando que se tiene seguro un cargo público. Los cargos están seguros hasta que se tiene el nombramiento respectivo, y aún así no se debe estar confiado del todo. Ahí está el caso de Arturo Cortés Villada que no quiso apoyar a Tomás Yarrington en su campaña para gobernador y cuando éste ganó lo hizo gerente de Comapa, para luego despedirlo a los dos meses. Fue la venganza de Tomás.
No sabemos por qué la gente de Morena actúa con tanta dulzura e ingenuidad. Están ansiosos porque se lleguen los tiempos de gobernar, pero esos no se pueden adelantar. Hay que tener paciencia, total una vez que se lleguen los tiempos va a suceder lo que tenga que suceder.