Hace algunas semanas el òrgano de difusión de la Universidad de Princenton, publicó un interesante fragmento analítico sobre el consumo, la pobreza y el bienestar, atribuido al premio Novel en economía 2015 Angus Deaton, en el que se establece como una de las principales causas del subdesarrollo económico y social, en los países lationamericanos y de otras latitudes en igualdad de circunstancias, la baja recaudación de impuestos originada en la dificultad para formular, declarar y enterar al fisco los gravamenes que corresponden.
Este fenómeno enteramente administrativo, se ha convertido, al decir del acreditado economista,en un serio impedimento estructural, que por supuesto daña de manera asentuada y persistente el crecimiento económico, y lo que es más, mete a las economías emergentes del mundo occidental en un circulo vicioso, acosado por los efectos demagógicos de la política y las circunstancias creadas por democracia y la lucha por el poder.
El problema, amigo lector, inicia tomando una forma técno-burocrática, que por lo menos en México las élites tecnocráticas de la administración pública, no han podido siquiera reconocer, menos aún resolver, hace apenas un par de años tuvimos, en este país, una reforma fiscal cuyo verdadero sentido y avance, se limitó al aspecto tecnológico de control tributario y del contribuyente, que por cierto poco ayudó a resolver el problema estructural y de fondo al que se refiere el premio Novel.
Cierto que no fue en bano el esfuerzo, la prueba es que la recaudación se incrementó y ayudó a subir el presupuesto de egresos de los subsecuentes años, hasta alcanzar para el próximo 2018, un poco más de los cinco billones de pesos. No obstante, la aludida reforma no alcanzó a resolver el problema estructural, ni tampoco pudo redimir en mayor medida el impacto causado por la baja en los precios del petroleo, lo que provocó serios recortes en el gasto, y por supuesto, elevó el costo político para el régimen.
El injusto, obsoleto y desatinado régimen fiscal mexicano, ahora enfrentará, tal vez en pocos meses más, los efectos de la reforma fiscal en Estados Unidos que pretende disminuir el impuesto sobre la renta de 35% a 20%, lo que seguramente repatriará una buena cantidad de empresas, no tan solo norteamericanas que operan en México y el resto del mundo. Esta estrategia promovida por Donald Trump, y que actualmente está en el congreso, obligará a los países y a México en particular, a tomar medidas semejantes para soportar y contrarestar su impacto.
En un escenario así, totalmente factible en el corto plazo, se antoja necesaria una segunda reforma tributaria, que habrá de impulsar el gobierno federal entrante, y que habrá de incluir profundas correcciones en materia de simplificación, compactación y generalización de la carga impositiva, con el fin de regresarle competitividad al desarrollo económico mexicano.
Por otra parte, es de advertirse la distancia y poca oposición existente entre las dos dependencias claves en materia de desarrollo económico, me refiero a la Secretaría de Economía y a la deHacienda y Crédito, pues una tiene a su cargo la formulación y operación de políticas económicas de avanzada, y la otra, la de captar de manera adecuada y eficiente, la renta nacional, es decir ,el producto fiscal necesario para impulsar la inversión pública y privada, en todas las ramas de la infraestructura, y el reacondicionamiento de las multiples vías de la educación, la salud, la producción, el comercio y el buen andar de los negocios.
Todo este paquete de ideas, proyectos y retos, son en buena medida, la tesis que el partido en el gobierno de la república, en su visión de futuro, se propone impulsar con el título de La Nueva Revolución Transformadora.
GRACIAS POR SU TIEMPO.
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