Finalmente Juan Fernando Miranda salió libre. La jueza Carmen Serna, titular del Juzgado Segundo de lo Penal, determinó que no hay elementos para procesar. Es decir, el Ministerio Público no acreditó su responsabilidad en el delito imputado.
Ahora, el Ministerio Público adscrito al Juzgado Segundo, es decir, distinto al que integró la averiguación, tiene 72 horas para apelar el fallo del juez o aceptarlo. Lo más probable es que lo haga por mero trámite, de cajón. Es un derecho y una obligación que le asiste, pero difícilmente cambiará el sentido del fallo de la jueza.
La del abogado Miranda fue una dura y cruel experiencia, pero dentro de toda la tragedia que tiene el caso, debe sentirse orgulloso de que en esas horas de angustia, recibió el apoyo de familiares, amigos, conocidos. Es privilegiado, Tiene muchos amigos que lo estiman. Y de su familia, ni hablar. Estuvieron con él, como lo han estado siempre.
En las redes sociales recibió un apoyo abrumador. Los cibernautas se solidarizaron con él.
Antes de que el personal del juzgado le notificara el auto de libertad, estuvimos unos minutos con Juan Fernando, dentro del penal. Reos y custodios lo trataron con mucho respeto, hasta con afecto. El estaba tranquilo, sereno, se comportó así en estos tres días de detención. Nunca perdió la compostura, siempre confió en que lograría echar abajo los cargos en su contra. Siempre ha sido así de tranquilo, de frío, de calculador. Se dio el gusto de bromear cuando recibió a personajes como Eliseo Raúl Huerta y Armando Torres, a quienes les dijo que ellos habían autorizado los paraderos en el 2000, cuando los dos eran regidores, y ahora a él lo detenían por algo que ellos aprobaron.
En el proceso, Miranda fue asistido por un nutrido grupo de abogados con los cuáles lo unen lazos familiares, de amistad y laborales. Estos abogados fueron su apoyo en estas horas difíciles. Lo ayudaron a reunir documentos, a presentar testimoniales, a reunir pruebas, pero el mismo Miranda los dirigió y orientó sobre lo que tenían que hacer para demostrar su inocencia. Nunca perdió la cabeza, sabía lo que estaba enfrentando y lo que se tenía que hacer.
Estábamos en el área de visitas, cuando fueron a avisarle que el personal del juzgado lo requería para notificarle la resolución de la jueza. Y allá fue. Por supuesto, ya sabía en qué sentido venía el fallo.
Miranda dejó el penal, como héroe. Afuera lo esperaban amigos como Eliseo Raúl Huerta, Rubén Cárdenas, Armando Torres, Rafael Benavides, Carlos Sarabia y familiares y representantes de medios de comunicación. De ahí se fue a sus oficinas particulares, hasta donde llegaron más amigos, como José Martín Carmona, Benjamín Rosales, Oscar Alarcón, entre otros.
