No cabe duda que para el caso del PRI, era de ineludible obligación, ante la presencia de las campañas político-electorales en curso, crear una estrategia mercadológica inteligente, audaz, riesgosa y a la vez eficiente, que le quitara de encima el estereotipo de la corrupción, creada sobre todo, a lo largo de los pasados cuatro años, a raíz de la aprobación y puesta en marcha de las 13 reformas estructurales, con las que el presidente Peña Nieto sorprendió al país entero, y le ganó un gran reconocimiento y buen crédito en el mundo entero.
Este suceso, después de concluido, por su dimensión y trascendencia, generó un gran vacío en las clases políticas, partidos y actores electorales, éstos no podían salir de su azoro y sorpresa, cuando la suerte los favoreció al darse la infeliz coincidencia de la caída de los precios del petróleo, que le quitaron espacio y oportunidad de éxito inmediato a la reforma del caso, además de las resistencias y movilizaciones políticas de los profesores afectados por la reforma educativa, que sacudieron a la opinión pública del país.
Con estos sucesos a flor de piel, día a día, y el acoso de los opositores políticos y de los afectados por el impacto económico de las aludidas reformas, concurrieron todos a la vez, en un ataque mediático masivo y demoledor, acusaron y juzgaron al régimen de Peña, de corrupto con casos supuestos jamás comprobados, o documentados legalmente, como la casa blanca y otros más, alentando con esto, la ya vieja siembra de que el PRI, es un partido irremediablemente corrupto, que jamás podría salir de ese pozo sin fondo.
Este fenómeno sociológico y político a la vez, exigió crear una contra parte que diera entrada y conducción comunicacional (en medios y redes sociales), a la naciente, en ese momento, inconformidad en contra del gobierno de la república. El aludido impacto fue alimentado hábilmente por la creciente evidencia de corrupción en gobernadores y funcionarios públicos de origen priista, al grado de crear en el consiente popular una suerte de inconformidad y malestar anti-gobierno generalizado, a la vez que, la idea o certeza de que el señor López era el adalid de la decencia y por lo mismo, virtual beneficiario del desastre del PRI y PAN, ambos partidos ya probados en la función de gobierno.
Este contexto construido a base de percepciones sociales y supuestos mediáticos, que no de razones y reflexiones ciertas y sensatas, obligaron, como ya se dijo al inicio, a la formulación de una estrategia animada por una razón científica. Si el PRI, quería salir del pozo en el que los rivales y enemigos políticos lo habían metido, tenía que encabezar y liderar una gran campaña social y política en contra de la corrupción, con un candidato a la presidencia de la república sin mancha en ese sentido.
Con una campaña mediática en contra de los corruptos de todos los partidos políticos, incluido por supuesto los del PRI, sin consideraciones y sin importar las consecuencias o compromisos, es decir al frente y con la escoba en la mano, barriendo de arriba hacia abajo y de adentro hacia afuera, y en todos los sentidos imaginados.
Esa es la gran apuesta, el arrojo y la decisión del PRI, que le va dando resultados a medida que pasa el tiempo de precampañas, y al ya cercano tiempo de las campañas formales y definitivas.
NOS VEMOS Y LEEMOS EL PRÓXIMO MARTES.
