La semana pasada les compartí en este mismo espacio editorial cuando el candidato o candidata es su propio enemigo desde el enfoque del “ser”, que básicamente se resume en la seguridad personal que tiene el ser humano ante un hecho tan disruptivo como es una campaña política para conquistar votos para ganar en las urnas. En esta segunda entrega, comparto –desde mi experiencia- cuando la formación académica del individuo juega en contra de sí mismo.
Es preciso aclarar que no me refiero a la formación académica por el título escolar oficial que obtuvo el individuo que es candidato o candidata, sino por su empatía hacia esa formación. Pongo un ejemplo, apenas el año pasado como consultor en comunicación política trabajé con una persona que aspiraba a una Presidencia Municipal en alguna región de México, en el proceso de posicionamiento el o la aspirante concluyó su segunda maestría, pero su pensar-actuar-ejecutar no correspondían con un perfil de dos veces maestro o maestra, más bien corresponden a una persona forjada en la adversidad de un barrio muy rudo. Un título académico, nunca hará a la persona.
En mi libreta de Apuntes de Comunicación Política ¿Cuáles son las tres formaciones académicas que jugarán como enemigo del candidato o candidata? Este es mi ABC para considerar:
A. “La universidad de la vida”
Quienes no tuvieron estudios académicos formales o quienes fueron de paso a las escuelas y se formaron por la vida, son candidatos o candidatas extremadamente difíciles para seguir con las estrategias de campaña, además de ser personalidades con un férreo alter ego que los lleva a ser muy cerrados.
B. “Contadores públicos”
Quienes profesionalmente han vivido o salido adelante gracias al apego a la contabilidad pública, son candidatos o candidatas que en todo momento fiscalizan personalmente cada peso que se empleará, incluso llegan al extremo de cuidar los centavos, personalidad que llega a frenar la movilidad de la campaña.
C. “Comunicadores”
Quienes se han dado a conocer públicamente por la comunicación o tienen una profesión similar del rubro por la que han sobresalido, son candidatos o candidatas que se creen fuertes o creen saber “manejar” a la opinión pública por lo que rompen el círculo de oro de comunicación política desequilibrando la estrategia.
En veinte años que tengo de consultor de comunicación sé que en una campaña habrá estructura, dinero, equipo, estrategias, asesores, pero lo que no hay es tiempo y menos –precisamente- en estos tiempos. Es tan corto el tiempo para cambiar el chip personal del individuo, que además no preparan al ser para entrar en un hecho tan disruptivo para su vida diaria como es una campaña política.
He trabajado con personajes que tienen esos tres tipos de formaciones, mismas que las convierten en un verdadero activo muy importante de la campaña cuando han puesto como el único centro de su pensar-actuar-ejecutar en ser candidato o candidata nada más, que tiene como único objetivo conseguir votos, no “likes” y ni fiscalizar centavos. ¿Y tú, qué opinas? www.daviddorantes.com