El Dólar
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Crisis

Desde que tengo uso de razón siempre he escuchado a la gente decir que todo está bien caro. Que la carestía, que la cuesta de enero, que el dinero ya no alcanza, y quien sabe que tantas quejas más de lo caro que resulta la vida. Recuerdo de chamaco cuando íbamos los sábados por la tarde a la tienda La Argentina a comprar el mandado, mamá pasaba las de Caín para hacer rendir el dinero que papá le daba, pues cada vez los productos costaban más.

Y eso que comprábamos lo básico, el huevo, el aceite, el frijol, el azúcar, entre otras cosas esenciales en el consumo humano, y de lo más económico, en una tienda que a su vez era económica. Que esperanzas de andar comprando Nutellas, duraznos en almíbar, frambuesas, ciruelas y demás productos que aún hoy en día son caros. Me acuerdo muy bien que yo siempre quería corn flakes de Kellogs o galletas Marinela, pero no, me tocaba cereal de una marca por demás chafa y galletas de animalitos, ingeridos con leche ampliamente diluida en agua, y a la que todavía le agregábamos más agua para hacerla rendir.

Ni modo, no había para más. Eso sí comíamos sabroso, porque mamá como excelente cocinera que era hacía que hasta el hígado encebollado supiera delicioso. Y del refresco ni hablamos, casi nunca lo comprábamos, pues era un producto caro y nos conformábamos con el clásico “culey” de sabores, o en su caso una limonada.

Hoy en día que me toca dar para el gasto, sigo escuchando esa cantaleta de que todo está muy caro, pero ahora en voz de mi mujer. Y eso que lo que aporto semanalmente es una buena suma de dinero que permite comprar artículos que yo nunca consumí, porque en ese sentido mi mujer es muy complaciente con mis chamacos, que dicho sea de paso son exigentes y de buenos dientes.

Y cierto es que he notado que todo ha estado subiendo de precio, y de hecho algunos productos de manera exagerada, pues recientemente el costo del tomate se ha ido por las nubes, lo mismo que el aguacate, la cebolla, el limón, y ni qué decir del huevo, el frijol, el pan, la tortilla y demás comestibles. La gente ya no halla cómo hacerle para hacer rendir el gasto, y pues obviamente tienen que aprovechar las ofertas y andar comprando baratito.

Por eso muy a menudo me pregunto que cómo le harán quienes ganan el salario mínimo para poder subsistir, porque la verdad sí está difícil. Y aun cuando el actual gobierno históricamente incrementó en la frontera el sueldo mínimo, la realidad es que la situación salió contraproducente, porque los productos se fueron por las nubes, ya que todos los proveedores tuvieron el mismo pensamiento “súbele el precio, que al cabo ya subió el salario”, y con ello pulverizaron el incremento, mucho peor que cuando se daban los tradicionales aumentos del 3 por ciento al mínimo cada inicio de año.

Es obvio que hoy en día no solo tiene que trabajar papá para sostener la casa, sino también mamá e incluso algunos de los hijos, a fin de afrontar la crisis tan severa que estamos registrando, de ahí que la gran mayoría ande quejándose y viendo la manera de sacar un extra para poder hacerla, para poder arrimar cuando menos los frijolitos a la mesa. Son tiempos difíciles, tal vez tan difíciles como en antaño, solo que antes nada más trabajaba papá, y ahora es necesario que trabajen tres o cuatro en la familia, para poder vivir “más o menos”, pero eso sí, sin dejar de quejarse de que todo está muy caro.

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